Itinerantes. Revista de Historia y Religión 22 (jul-dic 2025) 188-209
https://doi.org/10.53439/revitin.2025.2.11
La revista Ensayos y rumbos del colegio Lacordaire.
Política, educación y sociedad entre el período radical y el comienzo de la “década infame” (1919-1931)
The magazine Ensayos y rumbos from the Lacordaire school.
Politics, education, and society between the radical period and the beginning of the "infamous decade" (1919-1931)
María Mercedes Tenti
Universidad Nacional de Santiago del Estero
Universidad Nacional de Santiago del Estero
https://orcid.org/0000-0002-8910-9306
Resumen
La revista Ensayos y rumbos vio la luz a principios del siglo XX de la mano de los frailes Benavente y Sisson que le dieron una impronta cercana al pensamiento liberal del fraile francés Lacordaire, para luego cambiar su perspectiva en consonancia con la nueva postura adoptada por la Iglesia inspirada en el integrismo y acorde con los nuevos tiempos que se vislumbraban a fines del período radical y luego de su caída. La investigación se inicia con las publicaciones de 1919, ya concluida la Primera Guerra Mundial, hasta principios de 1931 luego del golpe de Estado que derrocó a Yrigoyen. A lo largo de estos años se puede vislumbrar los cambios en la mirada sobre la política, la educación y la sociedad reflejados en las páginas, entremezclados con posturas sobre las variaciones mundiales que se iban produciendo, con nuevas ideas que impactaban en grupos católicos de élite. Se interponen planteos tales como qué tipo de jóvenes querían formar, qué modelos de masculinidad y feminidad prohijaban, cómo concebían la sociedad y la familia, cuáles eran los estereotipos de género que propiciaba la publicación y cómo se insertaba el pensamiento católico mundial en la Argentina de entreguerras.
Palabra clave: periodismo católico, educación católica, catolicismo integral
Abstract
The magazine Ensayos y rumbos was published at the beginning of the 20th century by friars Benavente and Sisson, who gave it an imprint close to the liberal thought of the French friar Lacordaire. It later changed its perspective in line with the new stance adopted by the Church, inspired by fundamentalism and in keeping with the changing times that were emerging at the end of the radical period and after its fall. The research begins with publications from 1919, after the end of the First World War, until early 1931, after the coup d'état that overthrew Yrigoyen. Throughout these years, one can glimpse the changes in perspectives on politics, education, and society reflected in its pages, interspersed with positions on the global changes that were taking place, with new ideas that impacted elite Catholic groups. Questions are raised such as what kind of young people they wanted to educate, what models of masculinity and femininity they fostered, how they conceived of society and the family, what gender stereotypes the publication fostered, and how global Catholic thought was inserted into interwar Argentina.
Keywords: catholic journalism, catholic education, integral catholicism
Fecha de envío: 29 de agosto de 2025
Fecha de aceptación: 3 de noviembre de 2025
Introducción
Este trabajo tiene como objetivo analizar las posturas asumidas en relación, por diferentes escritores ligados al Colegio Lacordaire, que abrió sus puertas en Buenos Aires en 1889 y funcionó hasta 1938 -fundado por frailes dominicos llegados de Francia- destinado, especialmente, a la formación de la juventud masculina perteneciente a la élite católica porteña. Jean- Baptiste Henri Lacordaire (1802-1861)1 imbuido de ideas liberales de la Revolución Francesa, había buscado conciliar el liberalismo con el catolicismo. Abogado, político, orador y fraile dominico fue quien restauró la orden dominicana en Francia (Folquer, 2020:36). Sus discípulos, por iniciativa de Juan Thompson Sánchez, hijo de Mariquita Sánchez de Thompson y cónsul en Barcelona -según consigna Jijena (2023)-, trajeron a la Argentina el modelo lacorderiano, concretado más adelante por Fr. Marcolino Benavente con la fundación del colegio ya mencionado.
A principios del siglo XX, luego de las luchas decimonónicas contra la laicidad en la enseñanza y en consonancia con la cruzada propuesta por la jerarquía eclesiástica frente a la prensa considerada impía, comenzó a publicarse la revista Ensayos y rumbos, impulsada por los frailes Benavente y Sisson.2 Estos intelectuales le dieron una impronta cercana al pensamiento de su superior, el ya mencionado fraile francés Lacordaire, para luego cambiar su perspectiva -especialmente a partir de la escritura de jóvenes egresados del colegio y en consonancia con la nueva postura adoptada por la Iglesia inspirada en el catolicismo integral, acorde con los nuevos tiempos que se vislumbraban a fines del período radical y luego del golpe de Estado de 1930 que derrocó al gobierno constitucional. Sin embargo, aún después de la asonada militar se advierte en el contenido algunas cuestiones concordantes con las ideas lacorderianas, cercanas a las que impulsaron la Revolución Francesa, especialmente en lo que respecta al ejercicio de la libertad. La revista vio la luz en 1902 con una frecuencia mensual y una extensión entre 50 y 60 páginas, con variados temas escritos por diversos autores, aunque prevalecieron, en un primer momento, frailes intelectuales de la orden de destacada trayectoria y actuación en diferentes puntos del país.3
La investigación -por razones de dificultades en el acceso a archivos en donde se conservan ejemplares de la revista4- se inicia con las publicaciones de 1919, ya concluida la Primera Guerra Mundial, hasta principios de 1931 luego del golpe de Estado que derrocó a Yrigoyen en septiembre del año anterior. A lo largo de estos trece años examinados se puede vislumbrar los cambios reflejados en las páginas de la publicación, en la mirada sobre la política internacional y nacional y la educación y la sociedad, influidos por distintas ideas que impactaban en los grupos de católicos integrantes de esta élite selecta5 que se educaba en el colegio.
A fines del siglo XIX y principios del siglo XX nació el pensamiento elitista con Gaetano Mosca (2006) y Vilfredo Pareto (1987), refiriéndose especialmente a las élites políticas. Para este trabajo se aborda la categoría de élite para referirnos a grupos sociales elegidos, minorías que poseían poder, riqueza o estatus superior al resto de la sociedad. El significado de élite se plantea como un grupo distinguido y destacado, a menudo con acceso desproporcionado a recursos que les otorgaban autoridad e influencia.
Se entremezclan planteos tales cómo qué tipo de jóvenes querían formar dentro de ese ambiente elegante, cómo concebían la sociedad y la familia, cuáles eran los estereotipos de género que propiciaba la publicación y cómo se insertaba el pensamiento católico mundial en la Argentina de entreguerras, en la que comenzaban a instaurarse con más fuerza tendencias nacionalistas, antidemocráticas que alentaron la asonada militar de 1930. No faltaron los artículos relacionados con las fechas patrias, la historia de la orden a nivel mundial y nacional y algunas cuestiones teológicas que no son objeto de análisis de esta ponencia.
Uno de los objetivos de este trabajo es el de analizar las posturas liberales y las nacionalistas esbozadas a lo largo de las páginas, que convivían pero que hace repensar, como plantea Mauro (2013:173), las contradicciones en el seno de los intelectuales dominicos, influidos tanto por ideas provenientes del liberalismo y del integrismo, según los casos. Por ello interesa discurrir la dimensión política, ideológica y moral que pretendía transmitir la revista entre sus lectores.
Lo que se propone este trabajo es tratar de desentrañar los entrecruzamientos de diferentes pensamientos, en esta publicación destinada a lectores provenientes de sectores de la élite católica, atravesados por ideas y cambios de la modernidad puesta en cuestión. Para ello se analizan diferentes temas que preocupaban a los actores-escritores, según el contexto y las posturas adoptadas por el papado y la jerarquía y las propias preocupaciones del núcleo de la sociedad hacia la que iba dirigida la revista.
Frente a los avances del liberalismo, la prensa católica había tomado ímpetu alentada por la jerarquía. Son conocidos los estudios de Lida (2006), Ceballos Ramírez (1997), Auza (2000), Stuven (2004) y algunas otras publicaciones provinciales de investigaciones realizadas en Tucumán, Córdoba y Santiago del Estero (Folquer, 2020; Roitenburd, 2001 y Tenti, 2017), entre otras. Sin embargo, muchas abordan la prensa diocesana dejando de lado las publicaciones de las órdenes religiosas, más independientes de la jerarquía, pero sujetas a los postulados de sus comunidades y a las ideas de sus superiores.
El Colegio Lacordaire y la revista Ensayos y Rumbos
Según relata Jijena (2023) Juan Thompson Sánchez, en la segunda mitad del siglo XIX, conoció en Europa a Lacordaire, a quien admiraba y gozaba de su amistad y por su influencia se empeñó en fundar un colegio en Buenos Aires, acorde con sus ideas de reconciliación de la Iglesia con la modernidad. La muerte de Lacordaire postergó el proyecto de creación de un colegio destinado a educar a varones de la élite porteña, aspiración retomada luego por fray Marcolino Benavente. Impulsado por laicos dominicos y con el apoyo de la orden de Predicadores fueron enviados desde Francia sacerdotes lacorderistas, encabezados por Carlos Dominique Guyot -primer director y superior- quienes inauguraron el colegio en 1889. Luego de la crisis política del noventa regresaron a Francia y el convento dominicano de Buenos Aires se hizo cargo de su conducción a partir de 1892, con Benavente a la cabeza, junto a Sisson quien asumió la dirección cuando el primero asumió el obispado de Cuyo en 1899 (Jijena, 2022:194).
Los inicios del colegio fueron muy auspiciosos, impulsados aún más con la publicación de la revista mensual Ensayos y Rumbos a partir de 1902, año del centenario del nacimiento de Lacordaire. Bajo la dirección de Sisson la publicación continuó hasta 1931. Cuando los profesores lacorderianos franceses, mayoría en el establecimiento, tuvieron que regresar a Europa convocados al servicio militar durante la Primera Guerra Mundial (Jijena, 2022:195), el colegio tuvo que cerrar sus puertas por un año, hasta que en 1914 pasó a depender directamente de los frailes dominicos argentinos y comenzó a funcionar nuevamente hasta 1938, año en que se cerró definitivamente el establecimiento educativo.
Como se señaló en un principio, se tuvo acceso sólo a parte de la colección, comprendida entre los años 1919 y 1931, razón por la cual el análisis e interpretación se circunscribe a este período que coincide con los gobiernos radicales hasta unos meses después del derrocamiento de Irigoyen. En el plano internacional concuerda con la finalización de la Primera Guerra Mundial, el período de entreguerras, las convulsiones previas a la caída de la monarquía en España y el ascenso de Mussolini en Italia. Tanto las cuestiones nacionales como las internacionales se ven reflejadas en las páginas de la revista, en la que escribían estos sacerdotes intelectuales de pensamientos heterogéneos, por un lado, influenciados por Lacordaire y por el otro, por la nueva ideología imperante en la mayoría de la jerarquía eclesiástica, ligada al catolicismo integral y al nacionalismo católico.
El integrismo católico era una postura política dentro del catolicismo que buscaba mantener inalterada la integridad de los principios de la política católica y rechazaba las ideas del liberalismo y del conservadurismo ilustrado. Procuraba un Estado subordinado a los intereses de la religión y de la Iglesia, plenamente obediente a su doctrina social y a la tradición. Los integristas se oponían tanto al absolutismo como al liberalismo político y defendían la moral católica y el magisterio eclesiástico como principales e inmutables fuentes de doctrina. Fue un modelo impulsado desde Roma con el propósito de construir una sociedad cristiana bajo la enseñanza y la conducción de la Iglesia Católica, que se planteaba hacer frente al liberalismo y al socialismo y se proponía construir una sociedad cristiana según su enseñanza y su dirección (Malimacci, 1998, 5).
El Integrismo, profundamente antiliberal, sostenía una visión de la verdad absoluta custodiada por la Iglesia. La doctrina católica debía integrarse y moldear todas las esferas de la vida (política, social, educativa y moral), sin aceptar compromisos considerados errores de la modernidad. En oposición al Liberalismo, rechazaba la idea de la soberanía popular y la laicidad del Estado. Para el integrismo, el liberalismo era básicamente erróneo, subproducto del nacionalismo y la Revolución Francesa que buscaba eliminar el dogma (como se reflejó en el Syllabus de errores de Pío IX en 1864).
El Liberalismo católico buscaba la conciliación entre la fe católica y los valores políticos de la modernidad. Aceptaba principios liberales como la libertad de cultos, la separación de la Iglesia del Estado y las formas de gobierno democráticas con mayor participación popular. El Liberalismo católico proponía una adaptación crítica a la Modernidad y argumentaba que la Iglesia debía acoger a la libertad, a la igualdad y a la fraternidad -principios de la Revolución Francesa- para dialogar con el mundo moderno.
El nacionalismo “en su sentido más amplio es un proceso político cultural de formación de la nacionalidad” (Lvovich, 2006:9). Como analiza Bertoni (2001), hacia fines del siglo XIX comenzó a romperse el pensamiento liberal y cosmopolita de la nación que sostenía la élite liberal, para adoptar cierta mirada hostil hacia los extranjeros que no se nacionalizaban, portadores de ideas socialistas y anarquistas, a la vez que desarrollaban una visión hispanista, católica, elitista y, en algunos casos, antidemocráticas.6 La postura nacionalista los llevaba a afirmar que el ‘extranjerismo agudo’ era peligroso. En relación a esto Ensayos y rumbos comenta: “Todos quieren viajar y el punto anhelado es París. La vida nocturna, los cabarets, las compras de ropa” y cuando regresaban, despreciaban los productos nacionales, los libros y el arte, al igual que el cine;7 acorde con estas tendencias, afirmaba que había que ponerles un freno. El nacionalismo favorecía la nacionalidad ya que incrementaba la producción y el usufructo, además de oponerse al avance del socialismo. Diferenciaba el nacionalismo criollo -de los cabildos y caudillos- del nacionalismo argentino, considerado por Sisson como el ‘verdadero nacionalismo’.8 En este marco de análisis se coincide con Mauro (2013) en la necesidad de incluir en el pensamiento de la época a los ‘católicos liberales’ poco estudiados por la historiografía argentina, aunque abordados por el propio Mauro (2010) y Lida y Mauro (2009) al incluir en sus estudios el rol de las multitudes católicas en la sociedad de masa.
Política internacional
En el período de posguerra, una de las preocupaciones de los frailes escritores fue la situación de su país de origen y del papado frente a la Europa en re configuración. Sus posturas se pusieron de manifiesto a pocos meses del armisticio que suspendió la guerra, en particular a través de los escritos de Sisson, docente y director de la revista9 que mostraba su preocupación por la agitación mundial que observaba particularmente, la llamada “cuestión obrera” extendida por toda Europa, especialmente después de la Revolución Rusa, en la que los trabajadores tuvieron que recurrir al paro y a la huelga para reclamar sus derechos, entre otros temas relevantes. Sisson advertía que las máquinas llevaban al obrero al aislamiento y abogaba por que el Congreso de la Paz ofreciera al trabajador una legislación que satisficiera sus “legítimas aspiraciones”.10 Evidentemente observaba el avance de la sociedad industrial que vulneraba los derechos de la clase obrera, derechos que debían ser protegidos. También le preocupaba la declamada neutralidad de algunos países -que en el fondo no existía- y el fracaso de la Sociedad de las Naciones, a su juicio por desinterés del presidente Woodrow Wilson y Estados Unidos.11 Criticaba al presidente norteamericano que, consideraba, se interesaba más en firmar la paz que en formar una “Liga de los pueblos civilizados”.12 La Sociedad de las Naciones debía concretarse porque “…ha desaparecido la ingenuidad de los pueblos, su mansedumbre, su religiosidad. Los alemanes a pesar de la derrota se preparan y sus víctimas serán los franceses y los belgas por su cercanía. Confiad en Francia e Inglaterra, el francés es un caballero y el inglés un gentleman”, sostenía Sisson.13
Ensayos y Rumbos se anticipaba a la llegada del nazismo y veía con claridad el avance alemán a pesar de la derrota. La actitud de ‘los teutones’ -expresaba- durante los cuatro años de ocupación de Bélgica fue arrasadora “…saquearon los bancos, bombardearon iglesias, robaron campanas, mobiliario, obras de arte, bibliotecas”,14 contrastando con los aliados que ocuparon los territorios del ex imperio en 1917 “Con una actitud caballeresca y cristiana no tomaron represalias, diferente a los alemanes que cometían todo tipo de actos de sadismo. Los teutones buscaban destruir, los aliados defenderse”.15 Indudablemente su postura frente a la guerra estaba ligada directamente a sus orígenes y pertenencia.
Por su postura nacionalista se oponían al panamericanismo de la doctrina Monroe, ya que estaba convencido que significaba lo contrario de lo que afirmaba, es decir la hegemonía de Estados Unidos sobre toda América, no sólo América para los norteamericanos. A su juicio, el panamericanismo contenía la idea de extensión, de universalidad, de lo absoluto y, en definitiva, se empleaba para calificar tendencias generalizadoras que escondían la ambición de dominar a todos los pueblos por la fuerza y en beneficio de una raza o nación o de un líder ambicioso.16 Visto así, a su juicio, en cierta manera se acercaba a las ambiciones del nazismo.
Política nacional, acción política
Ensayos y Rumbos no permaneció ajena a la situación político-social generada durante los gobiernos radicales, en particular luego de las huelgas de 1917 y 1919 por acción de la FORA (Federación Obrera Regional Argentina), de tendencia anarquista. Como respuesta a la actividad de los anarquistas se formó la denominada Liga Patriótica Argentina, que obraba como un grupo parapolicial, de ideología nacionalista, de extrema derecha, antisemita.17
Otra cuestión que le preocupaba era la acción del proletariado en la Argentina, influido por estas ideas, luego de la huelga ferroviaria de 1917 y de la semana trágica de 1919,18 por lo que creía que había que impulsar la creación de un nuevo Partido Católico Popular Argentino, inspirado en la acción del dominico Rutten, delegado de Bélgica en el Congreso de la Paz, organizador del sindicalismo cristiano en ese país. Sisson rescataba la formación de los Círculos Católicos de Obreros, a fines del siglo XIX, primera tentativa católica de asociación obrera (p.140). La sensibilidad por la situación de los trabajadores era permanente, por lo menos en esta primera etapa de la publicación.
Con el título de “Acción Social Argentina”, Sisson abordaba permanentemente la cuestión social que le preocupaba. A continuación, expresaba “Hemos visto sucesivamente las federaciones obreras, en sus tentativas en pro del obrero, llegar al anarquismo y brutal y contraproducente boicot”; los socialistas, con sus “discursos incendiarios”, tampoco habían creado ninguna obra perdurable. Las escuelas en barrios pobres eran beneficiosas pero tendenciosas en cuanto a la religión -consideraba- igual que los refugios nocturnos y los restaurantes baratos del Ejército de Salvación. “Las obras católicas son un sinnúmero, como la Unión Popular Católica, la colecta Nacional, con recursos proporcionados por los ricos”, afirmaba. Fundar escuelas libres y confesionales, alojar dignamente a los obreros y al pobre en casas baratas y modestas, suspender las luchas sociales y buscar la paz social eran las tareas de los católicos.19
La Unión Popular Católica Argentina había sido creada a partir de una Carta Pastoral colectiva del 8 de marzo de 1919 pero, ante la desorganización de las entidades católicas, el arzobispo de Buenos Aires, en otra carta del 20 de junio de 1920, institucionalizó la UPCA como unidad de todas las asociaciones católicas de la República, ante las divisiones existentes; esta unidad era apoyada tanto por el clero secular como por el regular. La Unión había sido instituida directamente por la jerarquía eclesiástica y debían unirse a ella todas las organizaciones católicas, como se hizo en Italia con la Unión Popular Católica de ese país. La Carta Pastoral fue firmada por todos los obispos y delegados de arzobispados y obispados de la nación.20
Si bien consideraban los católicos que adherían a la Liga Patriótica -que luego participó en el golpe de Estado de 1930- que perseguían fines análogos, la visión de la Unión Popular se acercaba más al liberalismo que a los de la Liga, por lo que no se integraron a ella. Indudablemente el pensamiento de los protagonistas era en un punto contradictorio, por ello insistían en la necesidad de unión de la UPCA con la LP, la moral cristiana con el pensamiento nacionalista patriótico: “moralizar para nacionalizar” afirmaba Sisson.21
Con todo, algunas voces se hacían oír a través de la revista con una visión más optimista y cercana al liberalismo. Así aseveraba Boisdron que
El campo de la moralidad es tan vato como la existencia humana, pero reduciéndolo hasta ciertos puntos que llamaremos estratégicos, consiste principalmente en la castidad o sujeción de los instintos inferiores a la razón; en la justicia, o reconocimiento y respeto de los derechos del prójimo y en la caridad digna y suave fraternidad con nuestros semejantes (…) La conciencia o la razón individual y el decálogo de la razón universal, que se relacionan, se corresponden y armonizan, poseen incontestable eficacia para constituir el orden moral.22
Para Boisdron, la religión se identificaba con los principios de la razón y de la moral de los hombres. Todo ser racional sintetizaba la belleza moral y la virtud. Razón y fe no eran incompatibles. Sin embargo, en Ensayos y Rumbos convivían pensamientos disímiles, entre estos el de los nacionalistas que comenzaron a tomar mayor relevancia y, para sustentar su postura, publicaban artículos de autores externos a la orden, con posiciones diferentes a sus postulados, tal es el caso de un escrito del diputado socialista Alfredo Palacios sobre el gaucho a quien consideraba un tipo genuino de nuestra tierra, un héroe y civilizador, que nos dio libertad y belleza, aunque algunos, agregaba haciendo gala del europeísmo, pretendían borrar el pasado.23 Se cree que con este tipo de publicaciones limaban las críticas recurrentes en contra del socialismo.
En un artículo firmado por Lafforest, se criticaba al liberalismo considerado enemigo del cristianismo y de la sociedad. “Igualdad en el famoso lema quiere decir: socialismo y anarquía – libertad significa: arbitrariedad y corrupción – fraternidad se traduce no como la caridad cristiana (…) sino compañerismo en el mal, cooperación en la persecución a la Iglesia y a las instituciones sociales”. A continuación, analizaba las tres palabras que sintetizaban las ideas liberales, relacionándolas con el socialismo. En realidad, no había igualdad sino quienes mandaban y quienes obedecían, así como el anarquismo era símbolo del ‘salvajismo’. La pregonada libertad se transformaba en libertinaje porque excluía toda ley moral. La fraternidad “…es la íntima unión de todos los impíos modernos en la persecución de la Iglesia”, como Ferrer en España, la Comuna de París o los “feroces revolucionarios del 90” en Argentina.24 Como se ve la revista albergaba ideas contrapuestas entre las liberales heredadas del pensamiento lacorderiano y las ideas nacionalistas que iban expandiéndose cada vez más entre la intelectualidad y las filas del ejército.
Juventud, masculinidades y femineidades
Según los editores de Ensayos y Rumbos, la revista estaba dirigida en especial a los jóvenes, aunque los temas que tocaban respondían más a los intereses de la élite intelectual de la orden dominicana que lo conducía. Así un profesor no identificado escribía:
Habiéndome pedido de la Dirección que escriba algo, voy a hacerlo dirigiéndome a nuestros jóvenes alumnos, que espero leerán cada vez más esta revista, de la que, sin duda, sacarán más fruto de tantas otras que vemos en sus manos, la mayor parte de las cuales no les dejan más utilidad que una momentánea distracción, para que no caigan en vicios, fumar, tomar whisky, exageran el espíritu de independencia. Anteponen sus instintos. Salen a farrear todas las noches. Hay que volver al ideal y poner como lema de la juventud “Marchar hacia el bien y prepararnos para hacer el bien”.25
Pretendían dejar establecido, a través de la publicación, cuál era el ideal de joven al que aspiraban desde el colegio. Los consejos rondaban en ese sentido: “No ser envidioso, no creerse el mejor, procura instruirte, se sincero, no rechaces las diversiones pero que no sean pecaminosas. Arrepentirte de tus pecados. No te fíes del aplauso popular, desconfía del amigo interesado”.26 De la misma manera criticaba cómo algunas publicaciones católicas alentaban la libertad de pensamiento, siguiendo los principios del liberalismo. Por otro lado, animaban a seguir el ejemplo de Francia y a participar en la Juventud Obrera Católica (JOC), que constituía una élite de jóvenes militantes y obreros, que podía ejercer una influencia bienhechora sobre los asalariados; de esta manera se podía evitar que se desviasen de la vida familiar tras el fútbol -en auge por entonces- o detrás de “alguna chica fácil”.
El colegio y la revista impulsaban la educación física y los deportes para el desarrollo de la energía y el alejamiento de los vicios. De la misma manera, fomentaban a lectura, no de libros frívolos y superficiales sino de aquello que contuvieran principios morales. Los triviales placeres podían entretener y divertir, pero luego provocaban vacío, saciedad y tedio. Para no ser un hombre ocioso, la lectura era el remedio necesario.27
Sobre las mujeres las apreciaciones de los autores eran rígidas y lapidarias: “La mujer es un animal de cabello largo y de inteligencia corta”, afirmaba un corresponsal anónimo en un artículo titulado Antifeminismo, que, si bien argumentaba que esta aseveración era algo exagerada, afirmaba que la mujer obraba más “…por el impulso de su sentimiento que por su raciocinio. Tiene más corazón que inteligencia”. A lo largo del texto condenaba el feminismo y la inserción de las mujeres en ámbitos de la justicia, adoptando una postura extrema de oposición a los nuevos roles que comenzaban a asumir por entonces.
No pretendo negar que ha habido y hay mujeres inteligentes (Dios nos libre de ellas); pero es porque la Naturaleza (¡quién no se equivoca!) cometió el error de colocar un cerebro masculino en un cuerpo femenino. También ocurre con frecuencia lo contrario: de aquí vienen los afeminados, los pusilánimes, los invertidos… (vade retro) (…) La mujer, en la mayoría de los casos no razona. Quizá sea mejor así; porque si razonase, las consecuencias serían tal vez peores.28
Esta actitud extrema frente al sexo femenino, se contrabalanceaba con otras opiniones vertidas en la publicación que adjudicaban otro rol a la mujer en la sociedad moderna, gracias a la acción de la Iglesia: “A la Iglesia corresponde, pues (y esto nadie lo discute) el gran honor de haber despertado desde hace veinte siglos, la inteligencia de la mujer a otros horizontes que los del placer y de la vanidad, proclamando la igualdad de sexos ante Dios”.29 Las posturas opuestas tenían su lugar en la revista, aunque predominaban las primeras.
Si bien estaba acorde con los postulados de la jerarquía eclesiástica que ponía su foco en la moda femenina, la subestimación a la mujer era evidente. Con motivo de la proximidad de las Pascuas, el episcopado con la firma del gobernador arzobispal Luis Duprat, sancionó una pastoral en febrero de 1921, sobre la vestimenta de las mujeres en los templos. “Disposición a partir del primer domingo de Pascua”:
Ningún sacerdote podrá dar la comunión a señora, señorita o niña que se acerque a comulgar sin llevar completamente cubierto los pechos, los brazos y hombros con telas que no sean transparentes (...)
Los curas deberán advertir de observar el silencio (…) Los trajes femeninos con circunscripción y prudencia (…)
Que los diarios y revistas católicas difundan.30
Las restricciones a la vestimenta femenina en los templos eran comunes en la época y se replicaba en los distintos medios católicos. Sin embargo, la revista iba más allá de estas prohibiciones y criticaba la moda femenina de entonces, no sólo en las vidrieras sino la que usaban las mujeres y hasta la mencionada como tema de la poesía modernista, que la incluían en sus poemas, considerados por los editorialistas escritos escandalosos por un lado y anticlericales por otro; tal los del poeta Leopoldo Lugones que convertía las prendas en verdaderos “fetiches amorosos”, según el criterio del autor anónimo.31
Sisson destacaba la ordenanza municipal de Buenos Aires que desde el 1º de enero de 1920 prohibía la exhibición en vidrieras de imágenes de mujeres “en paños interiores”. Igual prohibición para representaciones teatrales, cinematográficas, catálogos, etc., todo controlado por inspectores municipales. Adelantaba que los opositores serían las empresas y las grandes tiendas, que querían a las mujeres esclavas de la moda, mientras que los comercios, a su juicio, trastornaban la cabeza de las niñas de pueblo que querían imitar a señoras ricas. Así, tras la búsqueda de aumentar sus dividendos, los negocios hacían un mal moral y material.32 Variados artículos criticaban las modas femeninas como un ‘horror’ de la vida moderna sin religión, incluidos el uso de lápiz labiales y el maquillaje.
La revista culpaba a los judíos como impulsores de estas modas vergonzosas. Sostenían que la mayoría de ellos eran modistos de París, que imponían “modas depravadas, corrompiendo a la mujer honrada y especialmente a la madre cristiana” e incitaban a hacer alago para terminar con su influencia ya que marcaban un retroceso moral.33 Las modas en el vestir “indecorosa, inmoral y pagana” consideraban que eran propia de los judíos y especificaban: “no nos gustan las melenas en las mujeres, los vestidos cortos ni el vestido pantalón”.34 El antifeminismo iba de la mano del antisemitismo. La postura de la revista, en general, excluía a la mujer de la vida social relegándola al seno del hogar, sin ningún tipo de participación; sólo las referentes a comunidades religiosas o a asociaciones católicas femeninas podían participar mientras que aquellas pertenecientes a hogares pudientes eran incentivadas a participar en obras de beneficencia o escuelas religiosas dominicales, destinadas a la atención de los sectores necesitados.
Un artículo, firmado por P. J. F. responsabiliza directamente a las madres por la inmoralidad en el vestir de las jóvenes, afirmando que “han conseguido en estos últimos años una nueva conquista que hasta el momento no habían logrado; nos referimos a la profanación de la niñez. Tienen la culpa todos: el padre, la madre, el modisto, las profesoras”. Y luego sancionaba: “hay que quitarles los sacramentos a las jóvenes que vistan indecentemente pero también a las madres. Las madres son ‘doblemente criminales’ porque perjudican su alma y la de sus hijas. Es una moda inicua de impudor y desnudez. Hay que vestirlas decentemente y con modestia como debe ser una joven cristiana”. Finalmente, coronaba su severo juicio, considerando a las madres “asesinas de la inocencia” de sus hijas.35
Educación
La postura de Ensayos y Rumbos respecto de la educación fue variando a lo largo de la etapa, según cambiaba la postura de la Iglesia frente a las transformaciones políticas nacionales e internacionales. En los primeros años analizados adoptó una posición más liberal, acorde con la influencia de los frailes franceses. Así publicó diez preceptos de la Revue Pedagogique, una especie de ‘decálogo del maestro’:
Atrae al niño a la escuela.
Vela por su salud.
Antes que todo enséñale a leer.
Déjale el máximo de espontaneidad. Nada de disciplina autoritaria.
Busca el máximum de sencillez.
Aligera tu programa. En gramática suprime las reglas.
Abre los ojos de tus alumnos a la naturaleza.
Adapta tu enseñanza al medio. En el campo al cultivo y en la ciudad a la industria y al comercio.
Pon tu alma en la enseñanza de la moral.
Practica tú mismo esa moral.36
Pero esta postura más cercana al liberalismo fue cambiando a medida que avanzaban las ideas integristas, apreciables en la sección denominada Educación y pedagogía, en la que se abordaban distintos temas referidos a la misma y en la que comenzó a tomar protagonismo la educación nacionalista.
El problema de la educación nacional tiene una importancia trascendente para los futuros destinos de nuestra Patria. La formación nacionalista tiene por misión formar ciudadanos útiles a la patria y para la sociedad para lograr la unidad nacional. Por ello hay que inculcar a los niños el culto a la Patria. Hablar de una patria para todos los habitantes de la tierra es peligroso. Un país de inmigración como el nuestro es propicio para las ideas anarquistas.37
El período de los gobiernos radicales en Argentina, especialmente los que se iniciaron gracias a la Ley Sáenz Peña (1912) y el primer triunfo de Hipólito Yrigoyen (1916-1930), fue crucial para la identidad nacional argentina, ya que coincidió con profundos cambios sociales y el surgimiento de nuevos actores políticos. El debate sobre la identidad nacional durante el radicalismo de principios de siglo XX se caracterizó por la tensión entre la tradición oligárquica-liberal (cosmopolita) y la búsqueda de una nueva identidad más popular, nacional y latinoamericana.
Los gobiernos radicales, tanto los de Yrigoyen como el de Alvear, tuvieron que lidiar con una nación en plena transformación debido a la masiva inmigración y la emergencia de las clases medias y populares en la política, que encontraron cabida en el radicalismo. Esto hizo surgir un conflicto entre el denominado crisol de razas, pero que en realidad se trataba de un mosaico cultural, y la nacionalización que planteaba un desafío identitario respecto a cómo integrar a la masa de inmigrantes europeos (especialmente españoles e italianos) que si bien fueron esenciales para el crecimiento económico, generaban preocupación en las élites por su falta de arraigo y su adhesión a ideologías anarquistas o socialistas. Sin embargo, fueron sus hijos, especialmente, quienes integraron las filas del triunfante partido radical.
Desde la revista se consideraba que la presencia de los extranjeros resultaba peligrosa para consolidar la nación, especialmente por las ideas anarquistas que imperaban entre los trabajadores. Quien firmaba el artículo con sus iniciales trataba de combatir las ideas marxistas de unidad de los trabajadores del mundo; para ello se debía fomentar el culto a la Patria, junto con el culto a Dios. La conciencia argentina debía comenzar a formarse en el hogar, contrario a los hijos de padres extranjeros que se burlaban de “nuestras glorias nacionales”, afirmaba, acentuando sus pensamientos xenófobos. Hacía referencia a una conferencia brindada por el abogado Roberto Carlés38 a las Damas de Beneficencia, en la que afirmaba que la cohesión nacional era fruto de la cohesión de la familia y de la escuela con Dios. La Argentina debía parecerse, a su criterio, a Estados Unidos.39 Un ejemplo a seguir era el sistema educativo italiano que daba intervención a los municipios, a las familias y a las escuelas privadas, en particular a estas últimas en la educación superior. Como contrasentido señalaba que, en nuestro país, cuya constitución avalaba los principios de la libertad, se ponían trabas a la enseñanza privada.
La revista aconsejaba a sus estudiantes desarrollar buenos hábitos y la energía de la voluntad, no ser envidioso, no creerse el mejor, procurar instruirse, ser sincero, no rechazar las diversiones pero que no sean pecaminosas, arrepentirse de los pecados, no fiarse del aplauso popular, desconfiar del amigo interesado.40 Consejos que se entiende educan en una visión individualista que apuntaba al mejoramiento personal de cada uno de los involucrados. El rol del profesor también era de suma importancia. Aconsejaba no ser débil de voluntad y hacerse respetar. Los alumnos no debían temer a la penitencia sino al profesor. En este sentido, combinaban nuevamente con ideas liberales ya que sostenía que el maestro debía ser enérgico, con un gobierno patriarcal y ejercer influencia personal, pero a la vez dar libertad, ya que sin práctica de la libre elección no se podía forjar el carácter; recomendaba que los estudiantes participasen en la administración de la sociedad escolar41, quizás influenciados por la Reforma del 18.
Sobre la elección de la carrera universitaria luego de culminar sus estudios en el colegio, uno de los escritores, Antonio Vigil, veía con preocupación que los jóvenes provenientes la mayoría de familias de estancieros acaudalados, se interesaban por estudiar carreras para obtener el título de doctor en abogacía y medicina y no consideraban el estudio de carreras como agronomía y veterinaria que estaban en auge y serían muy útiles en nuestro país agro exportador. Creía que las miraban con menosprecio considerándolas ocupaciones de gringos, olvidándose, expresaba la revista, que “cultivar la tierra es servir a la Patria” y sin considerar que “la vida es más intensa en medio de la naturaleza”42, destacando que, además de los cultivos se podía criar animales de granja y de faena y participar en exposiciones que habían comenzado a realizarse impulsados por los gobiernos radicales. En esto coincidía con sus políticas referentes al impulso de granjas familiares y de la tecnificación del agro.
Relacionaban también el idioma nacional con la Patria: “El idioma es la mitad de la Patria”, afirmaba Francisco Camón Gálvez, un intelectual nacionalista preocupado por el idioma y la gramática.43 De la misma manera, propiciaban la enseñanza religiosa en la escuela, tal como el gobierno italiano de Mussolini lo puso en práctica. Siguiendo el modelo fascista enfatizaba en la formación moral de los jóvenes, en el desarrollo de su energía física y en los valores de la tradición la nación y la religión, oponiéndose además al monopolio de la enseñanza por parte el Estado. Una vez producido el golpe de estado en septiembre de 1930, la adhesión de Ensayos y Rumbos a la política del nuevo orden conservador se hizo evidente. Alentaba la enseñanza patriótica de la juventud ya que “de nada vale formar sabios si no se enseña los principios de la patria”, un país de inmigración como el nuestro necesita de la enseñanza patriótica afirmaba Enrique Prack.44 Así, poco a poco se fueron alejando de la enseñanza cercana al liberalismo a la que adherían al principio.
El hogar cristiano
Otro tema de interés era el hogar cristiano. Ensayos y Rumbos opinaba que “…en él debía primar la amabilidad del esposo, afabilidad del padre, prudencia de la esposa, solicitud de la madre, obediencia de los hijos, “sumisos, obedientes y cariñosos”. Contraponía los dos modelos antagónicos: “La familia anticristiana es un infierno, la cristiana un paraíso”. Los valores católicos y conservadores estaban sintetizados en la trilogía Dios, Patria y Hogar45 ya que la Iglesia, la familia y el Estado eran los factores de reorganización social, imprescindibles en el momento histórico.
La revista sostenía que las madres eran quienes debían realizar las “obligaciones sagradas del hogar”. Les correspondía ser ejemplo de prudencia, moderación y decencia. La raíz de todos los males de la sociedad, para quien escribía con el seudónimo de Pedagogus, era la perversión de la que, supuestamente, eran culpables las madres que se habían alejado de Dios para ocuparse del lujo y la moda, de ir al teatro o a fiestas y diversiones. Agregaba que “la virtud exigía sacrificios, abnegación. Si no había madres abnegadas no podía haber un hogar católico y se corrompía el matrimonio. Los hombres acostumbrados al placer se divertían y gozaban adulando a las niñas despreocupadas”. Consideraba que “en la vida moderna había desaparecido el recato y el pudor”. La virtud exigía sacrificio y abnegación. Como consecuencia, “los niños tenían malos modales y las niñas desde pequeñas leían novelas ‘perversas’”. ¿Quién entronizaba las malas costumbres? Los hombres que estaban en el poder, los libreros, las modistas. “Ya no hay niños porque ya no hay padres” y las madres eran muy escasas, sostenía la nota. La escuela era la Iglesia, los maestros los sacerdotes. “Afortunadamente existían señoras honorables que educaban para el hogar y hombres de buen criterio y sano juicio”. A pesar de esta última afirmación primaba una apreciación negativa sobre los cambios producidos en la modernidad que llegaban a la Argentina con retraso, pero con buena acogida por parte de sectores sociales acomodados, especialmente. Si la madre cristiana se preocupaba más por el lujo, la ostentación y la moda, las fiestas, las diversiones y el teatro, los hijos no amarían la virtud.46
Ante la propuesta de sanción de la ley de divorcio -luego vetada por Irigoyen- este tema aparecía recurrentemente en la publicación. Para fijar su postura, recurría a escritos del diputado católico Juan F. Cafferata, perteneciente a los sectores más conservadores de la sociedad cordobesa, con actuación en la Liga Democrática Cristiana47 y en los Círculos Católicos de Obreros. En consonancia con ello, su postura respecto del divorcio era adversa, ya que la doctrina cristiana siempre estuvo a favor de la monogamia, además de ser una amenaza grande contra la familia, la sociedad y el orden social.48 La postura de la publicación católica era inflexible: el divorcio era contradictorio y absurdo, un crimen de lesa civilización, anticonstitucional, excedía los poderes de los legisladores, era contraproducente y sacrificaba a los niños entre otros argumentos.49
Para exaltar la labor del hogar cristiano, la revista atacaba al modernismo que se despreocupaba del hogar, allí debía jugar un rol importante la prensa católica para enfrentar sus avances. Paradójicamente, daba como ejemplo positivo el caso de Rusia que se preocupaba por la moral de la infancia.50 En nuestro país, sostenía el obispo de Córdoba Mons. Lafitte, muchas veces los padres abandonaban sus deberes de control del hogar. La autoridad de la familia estaba en decadencia.51 Sin embargo, sostenía la nota que el hogar cristiano representaba “un oasis en el desierto inmenso de la vida (…) un pedazo de cielo en la tierra”. Para que reinase la paz debía primar la gravedad del padre, la prudencia de la madre y la obediencia de los hijos, sumisos, reverentes y cariñosos.52
La prensa, las novelas y el cine
La suscripción y lectura de periódicos católicos era una preocupación permanente de la revista ya que sus responsables veían con inquietud que la mayoría de las familias leías ‘malos periódicos’, la mayoría con temas contrarios a la religión; “el periódico católico es un verdadero médico social: no sólo avisa los peligros para que se eviten, sino que da remedios eficaces para que se borren sus efectos si no pudieron impedirse”.53 Afirmaba que se escribían cosas ‘indecibles’, que se publicaban ‘novelas asquerosas’, argumentaban que eso no era libertad. Había que hacer una campaña de decencia y honor para ‘salvar al país’.54
Una y otra vez la revista atacaba a los ‘libros inmorales’, con títulos y carátulas indecentes; para acabar con ellos denunciaba que debía comenzarse una férrea campaña de moralidad con el apoyo de la Municipalidad y retirar de la vista del público esas obras. También cuestionaba la ‘propaganda tendenciosa’ de folletos de contenido protestante y pro estadounidense que circulaban por los países latinoamericanos. Estos constituían una amenaza imperialista para el resto de los países de la región, analizaba desde su óptica nacionalista.
Uno de los más conspicuos intelectuales de la orden, Angel Boisdron ocupó cinco páginas y media de la edición Nº 9 de la revista de 1922 para abordar el tema de la prensa. Consideraba que las publicaciones dominaban y dirigían la opinión; la sagrada predicación sonaba poco fuera del templo. Mayoritariamente las mujeres asistían a él (la sirvienta, la aldeana, la matrona), las “esposas ejemplares, madres cristianas jóvenes piadosas (…)”, por ello, debíamos unirnos todos para actuar sobre la “prensa impía”, afirmaba. Desatacaba la acción de intelectuales franceses, de distinta orientación como Chateaubrian, Montalanbert, Lacordaire, que tenían en común la defensa del catolicismo, aún con ideas liberales como los dos últimos. Consideraba que, como los católicos franceses, se debía encarar mancomunadamente una lucha contra la prensa antirreligiosa55 (pp. 257-262).
El cine también constituía una amenaza ya que el artículo consideraba que los héroes principales eran ladrones, prostitutas o borrachos, por eso abogaba por impulsar el ‘cine parroquial’ que era una realidad en Francia. La influencia del cinematógrafo también constituía una amenaza para la moral de los niños. Ejemplificaba con las noticias de diarios y periódicos que referían a hechos ‘horrorosos’ en los que la mayoría de los protagonistas eran jóvenes con la moral -a juicio de quien escribía- perturbada por films que eran la “causa real de muy funestas consecuencias”.56
Conclusiones
En el análisis de Ensayos y Rumbos, a lo largo de los doce años estudiados, se pueden observar los vaivenes que tomó la línea editorial, según las circunstancias históricas nacionales e internacionales y conforme a quienes escribían los artículos. La influencia liberal de los católicos lacorderistas de principio de siglo fue perdiendo fuerza ante el avance de ideas integristas, acordes con los postulados del episcopado nacional. Sin embargo, las interpretaciones de las diferentes temáticas abordadas variaban según los autores.
El capital social de la revista y del colegio Lacordaire era innegable y ello le permitía alcanzar a un público selecto, aunque limitado en número. Frente a la irrupción de diarios y revistas de gran tirada, la revista del colegio por lo menos se aseguraba la llegada a los hogares de los estudiantes. Indudablemente no se tiene ninguna certeza que tan sólida o no haya sido su influencia. Si se pregunta sobre el contenido y naturaleza del proyecto editorial, tampoco admite una respuesta única por cuanto las ideas allí vertidas, variaban de un autor a otro.
Sin embargo, la importancia del estudio de esta publicación radica en que esta es testimonio de las inquietudes de estos frailes dominicos intelectuales, de laicos y del esfuerzo que realizaron por construir un medio de expresión desde la orden y el colegio para enfrentar los peligros que, a su juicio, acechaban a la sociedad por entonces. Sus opiniones sobre la educación religiosa, la oposición a las modas, al cine y a las novelas indecentes quedan plasmadas en sus páginas, pero también la defensa de ideas de libertad provenientes del modelo francés en el que se inspiró el colegio. La comunidad del Lacordaire no permanecía al margen del marco social que formaba parte y, a pesar de la rigidez manifiesta en muchas de sus posturas, aparece como una institución permeable a los cambios sociales y políticos.
Otra cuestión importante que se visualiza en la revista es la existencia de contrastes y desacuerdos puestos de manifiesto entre los artículos y las posturas de sus autores echan por tierra la idea de un cuerpo eclesiástico y de intelectuales católicos uniforme, sino que, por el contrario, se encontraba atravesado por diferencias y discrepancias. Quizás se mostraba homogeneidad hacia afuera, pero hacia adentro latía la heterogeneidad de pensamientos y posiciones.
La prensa dominicana a través de esta publicación como de otras, buscaba expresar la cultura de la orden y de sus allegados, dentro de la cultura católica, y establecer relaciones al interior de la propia orden y del sector social que predominaba entre las familias de los estudiantes de colegio. Indudablemente no buscaban un adoctrinamiento, sino hacer llegar sus ideas a los hogares lacorderianos y a los dominicos ávidos de dar a conocer sus ideas, no siempre uniformes, pero dignas de ser tenidas en cuenta entre la intelectualidad católica porteña de posguerra.
Este estudio resulta importante para comprender la historia del catolicismo argentino y la cultura intelectual de la época. Con todo, se debe reconocer las limitaciones de la investigación, en particular el acceso limitado a la colección completa de la revista, siendo conscientes de que estas limitaciones pueden afectar las conclusiones del estudio. Luego de su análisis nos planteamos posibles líneas de investigación futura que podrían derivarse de este trabajo, en especial las referentes a las concepciones de masculinidad y feminidad puestas de manifiesto en la revista y su relación con las posturas de otras publicaciones dominicanas de la época.
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1 Enrique Lacordaire nació en 1801 en el seno de una familia acomodada y piadosa. Fue un estudiante destacado de las obras de autores de la Ilustración. Después de estudiar leyes en la universidad de Dijon se dirigió a París donde trabajó de abogado, alternando con sus inclinaciones literarias y de oratoria. Contrariamente a lo que pensaban quienes lo conocían entró al seminario de San Sulpicio y, paralelamente, se dedicó a la escritura adhiriéndose a las opiniones de Lammenais, uno de los precursores del socialismo cristiano y del catolicismo liberal, identificado con los principios de la libertad. Ambos buscaban sintetizar el ultramontanismo y el liberalismo para reconciliar las aspiraciones democráticas y el catolicismo romano. Bregaban por la libertad de prensa, de asociación y la universalización del sufragio, abogaban por la libertad educativa y se negaban al control del Estado que ponía en peligro la educación religiosa (Gómez Zerda, 2006, p. 22-25). Sin embargo, tanto la libertad de prensa como la de educación necesitaban dirección y vigilancia. Uno y otro defendieron su postura ultramontana, contraria al galicanismo hasta que fueron citados a tribunales de justicia y obligados a aceptar la encíclica papal Mirari vos, en contra del liberalismo. En 1840 Lacordaire entró a la orden de Predicadores, restableciéndola en la Francia pos revolucionaria y ocupándose, desde sus sermones en París, de tratar la relación entre la Iglesia y el Estado acorde con sus ideas recurrentes alineadas con el liberalismo francés. Murió en 1861.
2 Ambos lacorderistas, Benavente argentino, de San Antonio de Areco, luego obispo de Cuyo desde 1899, y Sisson francés.
3 La revista se publicó hasta el cierre del colegio.
4 Se investigó en el Archivo de las Hermanas dominicas de Santiago del Estero y en el del Instituto de Historia Manuel García Soriano de la UNSTA, Tucumán. El archivo dominicano de Buenos Aires no cuenta con los ejemplares.
5 Entre los primeros inscriptos figuran apellidos ilustres como Avellaneda, Quintana, Belgrano, Drago, Mitre, Nazar Anchorena, Alzaga, Blaquier, Sastre, Juárez Celman, Roca, Casares, Saavedra Lamas, Elía Unzué, Gallo, Goyena y Saénz Peña (Jijena: 2022:193). Estudiaron también en el colegio, Carlos Saavedra Lamas, premio Nobel de la paz, Luis Federico Leloir, distinguido con el Nobel de química y Ernesto Patricio Dowling, padre de la cirugía neurológica argentina.
6 Abordaron también este tema Mallimaci, F., Cucchetti, H. y Donatello, L. (2006).
7 El extranjerismo agudo del que adolecemos: (abril de 1930) Ensayos y Rumbos, Nº 4, p.36
8 Sisson, Enrique: Nacionalismos (Julio de 1923): Ensayos y Rumbos, Nº 6, p. 610.
9 Sisson había nacido en Issenheim, diócesis de Estrasburgo, Francia.
10 Sisson, Enrique: Ecos del movimiento mundial (enero-febrero 1919): Ensayos y Rumbos: Nº 1-2, p. 9.
11 Sisson, Enrique: El error de Mr. W. Wilson (enero-febrero 1919): Ensayos y Rumbos: Nº 1-2, p. 15.
12 Sisson, Enrique: El error de Mr. W. Wilson (enero-febrero 1919): Ensayos y Rumbos: Nº 1-2, p. 17.
13Sisson, Enrique: El error de Mr. W. Wilson (enero-febrero 1919): Ensayos y Rumbos: Nº 1-2, p. 19.
14 Sisson, Enrique: La ocupación de territorios (marzo de 1919): Ensayos y Rumbos: Nº 3, p. 52.
15 Sisson, Enrique: La ocupación de territorios (marzo de 1919): Ensayos y Rumbos: Nº 3, p. 56
16 Sisson, Enrique: El peligroso pan (diciembre de 1925): Ensayos y Rumbos: Nº 12, pp.310-315
17 Para profundizar el accionar de la Liga Patriótica Argentina ver Lvovich (2006), Romero (2020) entre otros.
18 En enero de 1919 se desató una huelga en los talleres Vasena, iniciada por la FORA. El gobierno reprimió el movimiento con fuerzas policiales y grupos paramilitares, suceso que terminó con cientos de muertos.
19 Sisson, Enrique: La acción social en la República Argentina (mayo de 1919): Ensayos y Rumbos: Nº 5, p. 166.
20Sisson, Enrique: Acción Social Argentina (octubre de 1919): Ensayos y Rumbos: Nº 10, pp. 295-296.
21Sisson, Enrique: Acción Social Argentina (octubre 1919): Ensayos y Rumbos: Nº 10, p. 286-287
22 Boisdron, Juan Ángel: Concepto de moralidad (mayo de 1922): Ensayos y Rumbos, Nº 5, pp. 134-135.
23 Palacios, Alfredo: El gaucho (mayo de 1922): Ensayos y Rumbos, Nº 5, pp. 144-145.
24 Lafforest, R. de: La enseña del liberalismo (marzo de 1923): Ensayos y Rumbos, pp. 79-83.
25 Vigil, Antonio, Educación y pedagogía (agosto de 2019): Ensayos y Rumbos: 1919, Nº 8, pp. 220-221.
26 Anónimo, Página de los alumnos. Consejo a los jóvenes (diciembre de 1919): Ensayos y Rumbos: Nº 12, p. 386.
27 Corresponsal: Antifeminismo (febrero de 1921): Ensayos y Rumbos: Nº 2
28 Corresponsal: Antifeminismo (febrero de 1921): Ensayos y Rumbos: Nº 2, pp. 17-18.
29 Fr. Gillet, Marie Stanislas O. P. La educación religiosa de la mujer en la sociedad moderna (Conclusión) (octubre de 1924): Ensayos y Rumbos: Nº 10, p. 233.
30 Pastoral sobre las modas femeninas del Gobernador Eclesiástico, Dr. Luis Duprat. Publicación de la parte dispositiva (marzo de 1921): Ensayos y Rumbos: Nº 3, p. 91.
31 Cantaclaro, F.: Los corpiños, las medias y las sotanas del señor Lugones (agosto de 1922): Ensayos y Rumbos: Nº 8, pp. 225-226.
32 Sisson, Enrique: Acción social argentina. Ordenanza Municipal (mayo de 1919): Ensayos y Rumbos: Nº 5, p. 247.
33 Vernet Amadeo de French, Matilde: Y el mundo no se defiende (abril de 1928): Ensayos y Rumbos: Nº 4, pp. 75-76.
34 Angulo, José Pío: Estamos con las que no usan melena (septiembre de 1925): Ensayos y Rumbos: Nº 9, p.211.
35 P. J. F: La mujer y la inmoralidad reinante (febrero-marzo- abril, 1922): Ensayos y Rumbos: Nº 1, 2 y 3, pp. 33-34.
36 Fernández, Fabio: Filosofando (febrero de 1923) Ensayos y Rumbos: Nº 2, p, 51.
37 J. G. de D. Educación y pedagogía. Educación nacionalista (junio de 1919): Ensayos y Rumbos: Nº 6, p. 148.
38 Fundador de la Liga Patriótica Argentina.
39 Sisson, Enrique: Ecos de la actualidad. Acción Social (julio de 1919): Ensayos y Rumbos: Nº 7, p. 165.
40 Página de los alumnos. Consejo a los jóvenes (diciembre de 1919): Ensayos y Rumbos: Nº 12, p. 386.
41García de Diego, José: La disciplina: (mayo de 1921): Ensayos y Rumbos: Nº 5, p. 220.
42 Vigil, Antonio: Educación y pedagogía. Elección de carrera (septiembre de 1919): Ensayos y Rumbos: Nº, p. 9, 103-105.
43 Camón Gálvez, Francisco: Educación y Pedagogía. El arte y la lectura: (noviembre de 1919): Ensayos y Rumbos: Nº 11, p. 518.
44 Prack, Enrique: La enseñanza patriótica (marzo de 1931): Ensayos y Rumbos, Nº 3, p. 93.
45 Gálvez, Camón: Educación y pedagogía. El idioma nacional: (julio de 1920): Ensayos y Rumbos: Nº 7, p. 203.
46 Pedagogus: A las madres cristianas (abril 1922): Ensayos y Rumbos: Nº 4, pp. 184-185
47 La Liga Democrática Cristiana, de principios del siglo XX, se la considera antecesora del Partido Demócrata Cristiano.
48 Falta de razón y de urgencia para la discusión del divorcio. Manifestación del diputado Cafferata (julio de 1922): Ensayos y Rumbos: Nº 7, p. 199.
49 “El divorcio absoluto”: Estudio jurídico, sociológico y moral (diciembre e 1923) Ensayos y Rumbos: Nº 12 p. 198.
50 La prensa católica (junio de 1919): Ensayos y Rumbos: Nº 1 y 2, p. 120.
51 La educación cristiana de la niñez y de la juventud. De la pastoral del obispo de Córdoba Mons. Lafitte(abril de 1929): Ensayos y Rumbos: Nº 4, p. 127.
52 La educación cristiana de la niñez y de la juventud. De la pastoral del obispo de Córdoba Mons. Lafitte(abril de 1929): Ensayos y Rumbos: Nº 4, p. 128.
53 Periodismo católico (diciembre de 2021): Ensayos y Rumbos: Nº12, pp.356-357.
54 Los libros inmorales (enero de 1922): Ensayos y Rumbos, Nº 1, pp. 27-28.
55 Boisdron, Angel M.: Lo que es la prensa, (septiembre de 1922): Ensayos y Rumbos; Nº 9, p. 227.
56 El cinematógrafo y la moral de los niños (julio de 1925): Ensayos y Rumbos: Nº 7, p. 308.
María Mercedes Tenti
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