Filópolis en Cristo N° 4 (2025) 125-138
ISSNL 3008-8844
La seriedad, el rigor y la serenidad de la
Doctrina Social de la Iglesia. A propósito
de un discurso del papa León XIV
The seriousness, rigor, and serenity of the
Social Doctrine of the Church. Regarding a speech
by Pope Leo XIV
Germán Masserdotti
Universidad del Salvador
agmasserdotti@yahoo.com.ar
https://orcid.org/0000-0002-3365-7960
Resumen: En el trabajo se explica en qué
sentido se pueden entender la seriedad, el
rigor y la serenidad de la Doctrina Social
de la Iglesia a partir de una armación del
papa León XIV en su primer discurso a la
Fundación Centesimus Annus pro Ponti-
ce (17 de mayo de 2025). Se vincula la
seriedad con el fundamento de la Revela-
ción divina en sus dos vertientes (la Sagra-
da Escritura y la Tradición apostólica), el
rigor con la postulación de la sabiduría de
Santo Tomás de Aquino como modelo en
el modo adecuado de hacer teología y lo-
sofía al servicio de la Revelación divina y
del Magisterio de la Iglesia y la serenidad
con la caridad divina y al prójimo en Dios
que debe animar a la Doctrina Social de la
Iglesia.
Palabras claves: Doctrina Social de la
Iglesia, León XIV, Revelación divina, To-
más de Aquino, Caridad.
Abstract: This paper explains how the
seriousness, rigor, and serenity of the
Social Doctrine of the Church can be
understood, based on a statement by
Pope Leo XIV in his rst address to the
Centesimus Annus pro Pontice Foun-
dation (May 17, 2025). He links serious-
ness to the foundation of divine Revela-
tion in its two aspects (Sacred Scripture
and Apostolic Tradition); rigor to the
postulation of the wisdom of Saint Tho-
mas Aquinas as a model for the proper
way of doing theology and philosophy
in the service of divine Revelation and
the Magisterium of the Church; and se-
renity to the divine charity and to one’s
neighbor in God that should animate
the Social Doctrine of the Church.
Keywords: Social Doctrine of the
Church, Leo XIV, Divine Revelation,
Thomas Aquinas, Charity.
126 Filópolis en Cristo N° 4 (2025) 125-138
ISSNL 3008-8844
Germán Masserdotti
Introducción
A los pocos días de haber sido elegido como sumo pontíce, León
XIV pronunció un Discurso a los miembros de la Fundación Cente-
simus Annus Pro Pontice (17 de mayo de 2025) en el cual se ocu-
de diversos temas. En nuestro caso interesa uno en particular: la
consideración de la doctrina o magisterio social de la Iglesia como
doctrina.
El texto de León XIV es el siguiente:
(…) Para la sensibilidad de muchos de nuestros contemporáneos,
las palabras ‘diálogo’ y ‘doctrina’ suenan opuestas, incompatibles.
Quizás cuando escuchamos la palabra ‘doctrina’ nos viene a la
mente la denición clásica: un conjunto de ideas propias de una
religión. Y con esta denición nos sentimos poco libres para re-
exionar, cuestionar o buscar nuevas alternativas.
Se hace urgente, pues, la tarea de mostrar a través de la Doctrina
Social de la Iglesia que existe otro signicado, prometedor, de la
expresión ‘doctrina’, sin el cual también el diálogo se vacía. Sus
sinónimos pueden ser ‘ciencia’, ‘disciplina’ o ‘conocimiento’. En-
tendida así, toda doctrina se reconoce como fruto de la investiga-
ción y, por lo tanto, de hipótesis, de voces, de avances y fracasos,
a través de los cuales trata de transmitir un conocimiento able,
ordenado y sistemático sobre una cuestión determinada. De este
modo, una doctrina no equivale a una opinión, sino a un camino
común, coral e incluso multidisciplinar hacia la verdad.
El adoctrinamiento es inmoral, impide el juicio crítico, atenta a la
sagrada libertad de la propia conciencia –aunque sea errónea–
y se cierra a nuevas reexiones porque rechaza el movimiento, el
cambio o la evolución de las ideas ante nuevos problemas. Por el
contrario, la doctrina, como reexión seria, serena y rigurosa, pre-
tende enseñarnos, en primer lugar, a saber acercarnos a las situa-
ciones y, antes aún, a las personas. Además, nos ayuda a formular
un juicio prudente frente a los desafíos. La seriedad, el rigor y la
serenidad son lo que debemos aprender de toda doctrina, incluso
de la doctrina social de la Iglesia. (León XIV, 2025)
127
Filópolis en Cristo N° 4 (2025) 125-138
ISSNL 3008-8844
La seriedad, el rigor y la serenidad de la Doctrina Social de la Iglesia
El propósito de nuestro trabajo será comentar la frase nal: “La
seriedad, el rigor y la serenidad son lo que debemos aprender de toda
doctrina, incluso de la doctrina social de la Iglesia”.
Para entender cada una de estas notas en relación a la Doctrina
Social de la Iglesia proponemos hacerlo a partir de lo enseñado por
el papa Benedicto XVI en sus cartas encíclicas Caritas in Veritate
(2009) y Deus Caritas est (2005).
La seriedad de la Doctrina Social de la Iglesia
La seriedad de una cosa puede relacionarse, también, con su gra-
vedad, es decir, con algo que causa respeto y veneración1. En este sen-
tido, puede armarse que la Doctrina Social de la Iglesia es seria en
la medida en que está fundamentada en la Revelación divina en sus
dos vertientes: la Sagrada Escritura y la Tradición apostólica. Como
enseña Benedicto XVI: La doctrina social está construida sobre el
fundamento transmitido por los Apóstoles a los Padres de la Iglesia”
(Benedicto XVI, 2009, n. 12).
Si fuera el caso desglosar este fundamento, debería estudiarse con
detalle, en primer lugar, el Nuevo Testamento y, todavía más en con-
creto, los Evangelios. En segundo lugar, a los Santos Padres.
Los Evangelios
Evangelio según San Mateo. “El demonio lo llevó luego a una
montaña muy alta; desde allí le hizo ver todos los reinos del mundo
con todo su esplendor, y le dijo: Te daré todo esto, si te postras para
adorarme. Jesús le respondió: Retírate, Satanás, porque está escrito:
‘Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto’” (Mt 4:8-10);
“Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de
Dios. Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque
a ellos les pertenece el Reino de los Cielos” (Mt 5:9-10); “Nadie puede
servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien,
se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede
1
Cf. Voz serio: https://dle.rae.es/serio?m=form y grave: https://dle.rae.es/grave?m=form#JVSZmEi
128 Filópolis en Cristo N° 4 (2025) 125-138
ISSNL 3008-8844
Germán Masserdotti
servir a Dios y al Dinero” (Mt 6:24); “Busquen primero el Reino y su
justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura” (Mt 6:33); “Se
acercaron a él algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron:
‘¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?’.
El respondió: ‘¿No han leído ustedes que el Creador, desde el princi-
pio, los hizo varón y mujer; y que dijo: ‘Por eso, el hombre dejará a
su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino
una sola carne? De manera que ya no son dos, sino una sola carne.
Que el hombre no separe lo que Dios ha unido’” (Mt 19:3-6); “(…)
Jesús les dijo: Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de
Dios’” (Mt 22:21); “‘Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de
la Ley? Jesús le respondió: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu co-
razón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y
el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás
a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depen-
den toda la Ley y los Profetas’” (Mt 22:36-40); A los pobres los
tendrán siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre” (Mt
26:11); “Acercándose, Jesús les dijo: ‘Yo he recibido todo poder en el
cielo y en la tierra. Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis dis-
cípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíri-
tu Santo y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y
yo estaré siempre con ustedes hasta el n del mundo’” (Mt 28:18-20).
Evangelio según San Marcos. “Y agregó: El sábado ha sido hecho
para el hombre, y no el hombre para el sábado. De manera que el Hijo
del hombre es dueño también del sábado(Mc 2:27-28); “Entonces
Jesús les dijo: Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de
Dios(Mc 12:17); “Un escriba que los oyó discutir, al ver que les había
respondido bien, se acercó y le preguntó: ¿Cuál es el primero de los
mandamientos? Jesús respondió: El primero es: Escucha, Israel: el
Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios,
con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con to-
das tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
No hay otro mandamiento más grande que estos”. (Mc 12:28-31);
“Entonces él llamó a sus discípulos y les dijo: Les aseguro que esta
pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, porque todos
129
Filópolis en Cristo N° 4 (2025) 125-138
ISSNL 3008-8844
La seriedad, el rigor y la serenidad de la Doctrina Social de la Iglesia
han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo
que poseía, todo lo que tenía para vivir” (Mc 12:43-44).
Evangelio según San Lucas. “Algunos publicanos vinieron tam-
bién a hacer bautizar y le preguntaron: Maestro, ¿qué debemos ha-
cer? Él les respondió: No exijan más de lo estipulado” (Lc 3:12-13);
“Busquen más bien su Reino, y lo demás se les dará por añadidura”
(Lc 12:31); “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y ape-
dreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus
hijos, como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos, y tú no qui-
siste!” (Lc 13:34); Muéstrenme un denario. ¿De quién es la gura
y la inscripción que tiene?Del César, respondieron. Jesús les dijo:
Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios” (Lc
20:24-25); “Cuando estuvo cerca y vio la ciudad, se puso a llorar por
ella” (Lc 19:41); “Después, levantados los ojos, Jesús vio a unos ricos
que ponían sus ofrendas en el tesoro del Templo. Vio también a una
viuda de condición muy humilde, que ponía dos pequeñas monedas
de cobre, y dijo: Les aseguro que esta pobre viuda ha dado más que a
nadie. Porque todos los demás dieron como ofrenda algo de lo que les
sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir’”
(Lc 21:1-4); “Jesús les dijo: Los reyes de las naciones dominan sobre
ellas, y los que ejercen el poder sobre el pueblo se hacen llamar bien-
hechores. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que es
más grande, que se comporte como el menor, y el que gobierna, como
un servidor. Porque, ¿quién es más grande, el que está a la mesa o el
que sirve? ¿No es acaso el que está a la mesa? Y sin embargo, yo estoy
entre ustedes como el que sirve” (Lc 22:25-27).
Evangelio según San Juan. “Se acercaba la Pascua de los judíos.
Jesús subió a Jerusalén y encontró en el Templo a los vendedores de
bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus
mesas. Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto
con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambis-
tas, derribó sus mesas y dijo a los vendedores de palomas: Saquen
esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comer-
cio’. Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: El celo
130 Filópolis en Cristo N° 4 (2025) 125-138
ISSNL 3008-8844
Germán Masserdotti
por tu Casa me consumirá” (Jn 2:13-17); “Este es mi mandamiento:
Ámense los unos a los otros, como yo los he amado. No hay amor
más grande que dar la vida por los amigos” (Jn 15:12-13); “Pilato le
dijo: ¿Entonces eres rey?’ Jesús respondió: ‘Tú lo dices: yo soy rey.
Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de
la verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz’”; “Pilato le dijo:
¿No quieres hablarme? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte
y también para crucicarte? Jesús le respondió: no tendrías so-
bre ninguna autoridad, si no la hubieras recibido de lo alto” (Jn
19:10-11).
Los Santos Padres
Debe destacarse el lugar que ocupan los Padres de la Iglesia en la
Tradición de la Iglesia. De ellos puede decirse que son “testigos pri-
vilegiados de la Tradición” (Sagrada Congregación para la Educación
Católica, 1989, nn. 18-24). En razón de su ocio apostólico, los Santos
Padres se pronuncian sobre temas puntuales en materia social. Vea-
mos un ejemplo oriental y otro occidental sabiendo que, como arma
San Juan Pablo II, “no se puede respirar como cristianos o, mejor,
como católicos, con un solo pulmón; hay que tener dos pulmones, es
decir, el oriental y el occidental” (San Juan Pablo II, 1980).
San Basilio de Cesarea (330-379). Benedicto XVI arma que “San
Basilio es uno de los Padres de la doctrina social de la Iglesia” lue-
go de citarlo de este modo:
En particular el cristiano, viviendo de acuerdo con el Evangelio,
reconoce que todos los hombres son hermanos entre sí; que la vida
es una administración de los bienes recibidos de Dios, por lo cual
cada uno es responsable ante los demás, y el que es rico debe ser
como un ‘ejecutor de las órdenes de Dios bienhechor’ (Hom. 6 de
avaritia: PG 32, 1181-1196). Todos debemos ayudarnos y cooperar
como miembros de un solo cuerpo (Ep. 203, 3).
San Basilio, en sus homilías usó también palabras valientes,
fuertes, a este respecto. En efecto, quien quiere amar al próji-
131
Filópolis en Cristo N° 4 (2025) 125-138
ISSNL 3008-8844
La seriedad, el rigor y la serenidad de la Doctrina Social de la Iglesia
mo como a mismo, cumpliendo el mandamiento de Dios, ‘no
debe poseer nada más de lo que posee su prójimo’ (Hom. in di-
vites: PG 31, 281b).
En tiempo de carestía y calamidad, con palabras apasionadas, el
santo obispo exhortaba a los eles a ‘no mostrarse más crueles
que las bestias..., apropiándose de lo que es común y poseyendo
ellos solos lo que es de todos’ (Hom. tempore famis: PG 31, 325a).
El pensamiento profundo de san Basilio se pone claramente de
maniesto en esta sugestiva frase: ‘Todos los necesitados miran
nuestras manos, como nosotros miramos las de Dios cuando tene-
mos necesidad’.
Así pues, es bien merecido el elogio que hizo de él san Gregorio
Nacianceno, el cual, después de la muerte de san Basilio, dijo:
‘Basilio nos persuadió de que, al ser hombres, no debemos des-
preciar a los hombres ni ultrajar a Cristo, cabeza común de todos,
con nuestra inhumanidad respecto de los hombres; más bien, en
las desgracias ajenas debemos obtener benecio y prestar a Dios
nuestra misericordia, porque necesitamos misericordia’ (Ora-
tio 43, 63: PG 36, 580b). Son palabras muy actuales. Realmente,
san Basilio es uno de los Padres de la doctrina social de la Iglesia.
(Benedicto XVI, 2007)
San Agustín de Hipona (354-430). A propósito de la familia reli-
giosa de la cual forma parte el papa León XIV, un lugar singular en-
tre los Santos Padres lo ocupa San Agustín de Hipona. San Agustín
ofrece toda una teología de la historia en su clásico De Civitate Dei
en la cual se encuentra una “doctrina social”. Importa destacar, como
ejemplo, una enseñanza vinculada a magisterio social de la Iglesia.
Trata sobre la paz.
La paz del cuerpo es el orden armonioso de sus partes. La paz del
alma irracional es la ordenada quietud de sus apetencias. La paz
del alma racional es el acuerdo ordenado entre pensamiento y
acción. La paz entre el alma y el cuerpo es el orden de la vida y
la salud en el ser viviente. La paz del hombre mortal con Dios es
la obediencia bien ordenada según la fe bajo la ley eterna. La paz
132 Filópolis en Cristo N° 4 (2025) 125-138
ISSNL 3008-8844
Germán Masserdotti
entre los hombres es la concordia bien ordenada en el mandar y
en el obedecer de los que conviven juntos. La paz de una ciudad
es la concordia bien ordenada en el gobierno y en la obediencia de
sus ciudadanos. La paz de la ciudad celeste es la sociedad perfecta-
mente armoniosa en el gozar de Dios y en el mutuo gozo de Dios.
La paz de todas las cosas es la tranquilidad del orden. Y el orden es
la distribución de los seres iguales y diversos, asignándole a cada
uno su lugar. (San Agustín de Hipona, 1978, p. 588)
El rigor de la Doctrina Social de la Iglesia
En cuanto al rigor de la doctrina en general y, en particular, de
la Doctrina Social de la Iglesia, puede citarse a Benedicto XVI cuan-
do agrega en la misma Caritas in Veritate: La doctrina social está
construida sobre el fundamento transmitido por los Apóstoles a los
Padres de la Iglesia y acogido y profundizado después por los grandes
Doctores cristianos” (Benedicto XVI, 2009, n. 12). La mención de los
grandes Doctores es importante dado que, entre ellos, se destaca el
Doctor Communis de la Iglesia, es decir, santo Tomás de Aquino. El
Aquinate, a lo largo de los siglos, ha sido una y otra vez propuesto
como modelo del sabio cristiano.
Como arma san Juan Pablo II en la carta encíclica Fides et ratio:
Un puesto singular en este largo camino corresponde a santo
Tomás, no sólo por el contenido de su doctrina, sino también por
la relación dialogal que supo establecer con el pensamiento árabe
y hebreo de su tiempo. En una época en la que los pensadores
cristianos descubrieron los tesoros de la losofía antigua, y más
concretamente aristotélica, tuvo el gran mérito de destacar la ar-
monía que existe entre la razón y la fe. Argumentaba que la luz de
la razón y la luz de la fe proceden ambas de Dios; por tanto, no
pueden contradecirse entre sí (Cf. Summa contra Gentiles, I, VII).
(San Juan Pablo II, 1998, n. 43)
Convencido profundamente de que omne verum a quocumque
dicatur a Spiritu Sancto est (S. Th. I-II, q. 109, a. 1, ad 1), santo
133
Filópolis en Cristo N° 4 (2025) 125-138
ISSNL 3008-8844
La seriedad, el rigor y la serenidad de la Doctrina Social de la Iglesia
Tomás amó de manera desinteresada la verdad –agrega san Juan
Pablo II–. La buscó allí donde pudiera manifestarse, poniendo de
relieve al máximo su universalidad. El Magisterio de la Iglesia ha
visto y apreciado en él la pasión por la verdad; su pensamiento, al
mantenerse siempre en el horizonte de la verdad universal, objetiva
y trascendente, alcanzó ‘cotas que la inteligencia humana jamás po-
dría haber pensado’ (León XIII, Enc. Æterni Patris (4 de agosto de
1879): ASS 11 (1878-1879), 109). Con razón, pues, se le puede llamar
‘apóstol de la verdad’ (Pablo VI, Carta ap. Lumen Ecclesiae (20 de
noviembre de 1974), 8: AAS 66 (1974), 683). Precisamente porque
la buscaba sin reservas, supo reconocer en su realismo la objetivi-
dad de la verdad. Su losofía es verdaderamente la losofía del ser
y no del simple parecer. (San Juan Pablo II, 1998, n. 44)
Como concluye san Juan Pablo II,
Santo Tomás es un auténtico modelo para cuantos buscan la ver-
dad. En efecto, en su reexión la exigencia de la razón y la fuerza
de la fe han encontrado la síntesis más alta que el pensamiento
haya alcanzado jamás, ya que supo defender la radical novedad
aportada por la Revelación sin menospreciar nunca el camino pro-
pio de la razón. (1998, n. 78).
En Santo Tomás, la Doctrina Social de la Iglesia encuentra un ge-
nuino modelo de rigurosidad en cuanto a la manera de progresar en
el conocimiento de la materia social presente en la Revelación divi-
na. Bastaría mencionar, por ejemplo, su tratado sobre la justicia en la
Suma de Teología (II-II, qq. 57-122).
En S. Th. I, q. 1: de sacra doctrina, el Aquinate ofrece un tratado
sobre el modo católico de hacer teología, por una parte, pero de modo
análogo, de ejercer el ocio magisterial de la Iglesia teniendo presente
que el teólogo, como arma la instrucción Donum veritatis, “tiene la
función especial de lograr, en comunión con el Magisterio, una com-
prensión cada vez más profunda de la Palabra de Dios contenida en
la Escritura inspirada y transmitida por la tradición viva de la iglesia”
(Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, 1990, n. 6).
134 Filópolis en Cristo N° 4 (2025) 125-138
ISSNL 3008-8844
Germán Masserdotti
Conviene detenerse en algunos de los 10 artículos de S. Th. I, q.
1. Luego de señalar que la sacra doctrina es necesaria debido al n
salvíco de la revelación divina (a. 1), Tomás se pregunta si es ciencia.
Su respuesta es armativa y explica que esto es así teniendo en cuen-
ta que la sacra doctrina es ciencia en la medida en que ella toma los
principios de una ciencia superior: procedit ex principiis notis lumine
superioris scientiae, quae scilicet est scientia Dei et beatorum (a. 2).
Pero además de ser ciencia, la sacra doctrina es argumentativa. El
Aquinate lo explica de la siguiente manera:
Así como las otras ciencias no argumentan para probar sus princi-
pios, sino que, partiendo de tales principios, argumentan para de-
mostrar otras cosas que hay en ellas, de la misma forma la doctrina
sagrada no argumenta para probar sus principios, los artículos de
fe, sino que, a partir de ellos, argumenta para probar otra cosa. Por
ejemplo, el Apóstol en 1 Cor 15, 12ss, partiendo de la resurrección de
Cristo, argumenta para probar la resurrección de la humanidad. Sin
embargo, hay que tener presente que, dentro de las ciencias losó-
cas, las inferiores ni prueban sus principios ni discuten contra quien
los niega, sino que dejan que esto lo hagan las superiores. La me-
tafísica, que es la suprema de las ciencias losócas, discute contra
quien niega sus principios siempre que éste esté de acuerdo en algo;
pues si el interlocutor lo niega todo, a la metafísica no le es posible
discutir con él, aunque puede resolver sus problemas. Como quie-
ra que la Sagrada Escritura no tiene por encima como superior otra
ciencia, discute con quien niega sus principios. Si éste está de acuer-
do en algo de los principios que se tienen por revelación, entonces
argumenta. Así, con la autoridad de la Sagrada Escritura discutimos
contra los herejes; y con un artículo de fe lo hacemos contra quien
niega otro. Si, por otra parte, el interlocutor lo niega todo, ya no hay
posibilidad de hacerle ver con razones los artículos de fe, aunque sí
se pueden resolver los problemas que plantee contra la fe, si es que
lo hace. Pues la fe se fundamenta en la verdad infalible, y lo que es
contrario a la verdad no es demostrable; de donde se sigue que los
razonamientos que se presentan contra la fe no son demostraciones
inapelables, sino argumentos rebatibles (S. Th. I, q. 1, a. 8, c.)
135
Filópolis en Cristo N° 4 (2025) 125-138
ISSNL 3008-8844
La seriedad, el rigor y la serenidad de la Doctrina Social de la Iglesia
Como puede apreciarse, la rigurosidad del razonamiento teológico
se nutre de la infalibilidad de la verdad divina la cual es principio del
mismo tipo de demostración. La demostración no versa sobre el de-
positum dei sino sobre lo que se sigue del mismo. El mentado rigor
que se invoca para caracterizar a la doctrina en general y, en particu-
lar, a la Doctrina Social de la Iglesia, tiene la mayor robustez cuando la
razón natural se pone al servicio de la mejor comprensión (intellectus
dei)2 de la Revelación divina luego de haberla oído (auditus dei)3.
La serenidad de la Doctrina Social de la Iglesia
Finalmente, queda por explicar la serenidad de la Doctrina Social
de la Iglesia. La misma la podemos relacionar con el inujo que la
caridad tiene en el ocio magisterial. Como puede apreciarse, se trata
de una explicación que tiene en cuenta el factor volitivo. Podría sos-
tenerse que la Doctrina Social de la Iglesia es serena en la medida en
que la anima la caridad ordenada, es decir, ella responde al amor a
Dios y al prójimo en Dios. Teniendo presente los nes de la Doctrina
Social de la Iglesia (von Büren, 2013), el n objetivo como la restau-
ración de todas las cosas en Cristo –incluido lo social– se vincula con
la caridad a Dios, el n formal como la Civilización Cristiana puede
también denominarse como Civilización del Amor y el n subjetivo
como la promoción integral del hombre como la caridad con el próji-
mo en Dios.
Así es como Benedicto XVI, en Caritas in Veritate, enseña:
La caridad es la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia. To-
das las responsabilidades y compromisos trazados por esta doc-
trina provienen de la caridad que, según la enseñanza de Jesús,
es la síntesis de toda la Ley (cf. Mt 22:36-40). Ella da verdadera
sustancia a la relación personal con Dios y con el prójimo; no es
2
Con el intellectus dei “la teología quiere responder a las exigencias propias del pensamiento
mediante la reexión especulativa” (San Juan Pablo II, 1998, n. 65).
3
Con el auditus dei, la teología “asume los contenidos de la Revelación tal y como han sido
explicitados progresivamente en la Sagrada Tradición, la Sagrada Escritura y el Magisterio vivo
de la Iglesia” (San Juan Pablo II, 1998, n. 65).
136 Filópolis en Cristo N° 4 (2025) 125-138
ISSNL 3008-8844
Germán Masserdotti
sólo el principio de las micro-relaciones, como en las amistades, la
familia, el pequeño grupo, sino también de las macro-relaciones,
como las relaciones sociales, económicas y políticas. Para la Iglesia
—aleccionada por el Evangelio—, la caridad es todo porque, como
enseña San Juan (cf. 1 Jn 4:8, 16) y como he recordado en mi pri-
mera Carta encíclica ‘Dios es caridad’: todo proviene de la caridad
de Dios, todo adquiere forma por ella, y a ella tiende todo. La ca-
ridad es el don más grande que Dios ha dado a los hombres, es su
promesa y nuestra esperanza. (Benedicto XVI, 2009, n. 2)
La referencia que Benedicto XVI formula respecto de su carta en-
cíclica Deus Caritas est nos habilita a citar algunos textos de la
misma vinculados a la serenidad de la Doctrina Social de la Iglesia,
es decir, a la caridad ordenada.
El amor al prójimo enraizado en el amor a Dios es ante todo una
tarea para cada el, pero lo es también para toda la comunidad
eclesial, y esto en todas sus dimensiones (Benedicto XVI, 2005, n.
20).
Para la Iglesia, la caridad no es una especie de actividad de asisten-
cia social que también se podría dejar a otros, sino que pertenece a
su naturaleza y es manifestación irrenunciable de su propia esen-
cia (Benedicto XVI, 2005, n. 25).
La actividad caritativa cristiana ha de ser independiente de par-
tidos e ideologías. No es un medio para transformar el mundo de
manera ideológica y no está al servicio de estrategias mundanas,
sino que es la actualización aquí y ahora del amor que el hombre
siempre necesita. (…). A un mundo mejor se contribuye solamente
haciendo el bien ahora y en primera persona, con pasión y donde
sea posible, independientemente de estrategias y programas de
partido. El programa del cristiano —el programa del buen Samari-
tano, el programa de Jesús— es un ‘corazón que ve’. Este corazón
ve dónde se necesita amor y actúa en consecuencia (Benedicto
XVI, 2005, n. 31).
137
Filópolis en Cristo N° 4 (2025) 125-138
ISSNL 3008-8844
La seriedad, el rigor y la serenidad de la Doctrina Social de la Iglesia
Quien ejerce la caridad en nombre de la Iglesia nunca tratará de
imponer a los demás la fe de la Iglesia. Es consciente de que el
amor, en su pureza y gratuidad, es el mejor testimonio del Dios en
el que creemos y que nos impulsa a amar. El cristiano sabe cuándo
es tiempo de hablar de Dios y cuándo es oportuno callar sobre Él,
dejando que hable sólo el amor. Sabe que Dios es amor (1 Jn 4:8) y
que se hace presente justo en los momentos en que no se hace más
que amar (Benedicto XVI, 2005, n. 31).
A modo de conclusión
Podría decirse, entonces, que la seriedad, el rigor y la serenidad de
la Doctrina Social de la Iglesia se nutren de la más genuina ortodoxia
y de la mejor inspirada ortopraxis en la misma medida en que el ma-
gisterio social se pone al servicio de la transmisión, interpretación,
enseñanza y defensa de la Revelación divina y la acción de la Iglesia
se encuentra animada por la caridad, virtud sobrenatural que verte-
bra la vida tanto de los individuos como de las familias y de los otros
grupos sociales, incluida la misma comunidad política.
De este modo, el texto citado del papa León XIV se vincula a otros
documentos magisteriales que se reeren a la naturaleza de la Doctri-
na Social de la Iglesia. Se trata, así, de un gran aporte para esclarecer
e iluminar la respuesta a una pregunta que sigue generando interés
por su trascendencia: ¿qué es la Doctrina Social de la Iglesia? Reco-
pilar el conjunto de estos textos magisteriales acerca de la naturaleza
de la Doctrina Social con el estudio correspondiente resultaría suma-
mente útil para esclarecer el carácter singular que tiene ella respecto
de otros “discursos” sobre lo social de los cuales la Doctrina Social se
vale pero, es necesario recordarlo, no se reduce a los mismos.
Referencias
Benedicto XVI. (2005). Carta Encíclica Deus Caritas est. https://
www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/encyclicals/docu-
ments/hf_ben-xvi_enc_20051225_deus-caritas-est.html
138 Filópolis en Cristo N° 4 (2025) 125-138
ISSNL 3008-8844
Germán Masserdotti
Benedicto XVI. (2007). San Basilio 2. https://www.vatican.va/con-
tent/benedict-xvi/es/audiences/2007/documents/hf_ben-xvi_
aud_20070801.html
Benedicto XVI. (2009). Carta Encíclica Caritas in Veritate. https://
www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/encyclicals/docu-
ments/hf_ben-xvi_enc_20090629_caritas-in-veritate.html
Büren, R. von. (2013). La Doctrina Social de la Iglesia y la plurali-
dad de sus nes. UNSTA.
León XIV. (2025). Discurso a la Fundación Centesimus Annus pro
Pontice. https://www.vatican.va/content/leo-xiv/es/spee-
ches/2025/may/documents/20250517-centesimus-annus-pro-
pontice.html
Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe. (1990). Instrucción
Donum vitae. https://www.vatican.va/roman_curia/congrega-
tions/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_19900524_theolo-
gian-vocation_sp.html
Sagrada Congregación para la Educación Católica. (1989). Instruc-
ción sobre el estudio de los Padres en la formación sacerdotal.
https://www.clerus.org/clerus/dati/2004-06/24-15/tppadre.
html
San Agustín. (1978). La Ciudad de Dios. Biblioteca de Autores Cris-
tianos.
San Juan Pablo II. (1980). Discurso a las comunidades cristianas
no católicas. https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/
speeches/1980/may/documents/hf_jp-ii_spe_19800531_altre-
confessioni.html
San Juan Pablo II. (1998). Carta encíclica Fides et ratio. https://
www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/encyclicals/documents/
hf_jp-ii_enc_14091998_des-et-ratio.html
Publicado bajo una Licencia Creative Commons
Atribución-NoComercial 4.0 Internacional