
98 Cuaderno de Ciencias Humanas 7 (diciembre 2025) 87-108
ISSNL 3008-9530
Bárbara Symmes Avedaño
“se emocionó como un niño”. Dice, recordando los pasajes de su infancia y
juventud, que “aunque siendo ya un hombre desde la infancia bajo ciertos
puntos de vista, he sido, por otra parte, niño durante mucho tiempo, y to-
davía lo soy en bastantes cosas” (1999, p. 96). Dice ser un niño porque no
intenta presentar un gran personaje, sino que promete manifestarse tal cual
es, espontáneamente, sin las exigencias que implica el deber, que para él es el
principio del aparentar sobre el ser, y por lo tanto, la raíz del mal. Por elección
propia, Rousseau al no aceptar el peso que traen consigo las relaciones y el
riesgo que conllevan, permanece como un niño, incapaz de actuar de manera
responsable. Por esa razón se hace insoportable. Nadie puede cargar con el
peso de la responsabilidad de otra persona, que solo él o ella puede cargar.
Esta es la razón por la que es imposible o muy difícil empatizar con las per-
sonas que no asumen responsabilidad por sus actos. Como agentes morales,
solo cada uno puede cargar con el peso de su acción libre.
A diferencia de un adulto, un infante, cuando comienza a relacionarse,
debe recibir todo, por su condición de vulnerabilidad. No puede ser respon-
sable de sí mismo, ya que no es todavía un agente moral. Esta posición de
recibir todo en este momento parece ser esencial para nuestro desarrollo psi-
cológico3. A medida que crece, el ser humano se hace más capaz de hacerse
responsable de sí y de otros. Pero Rousseau será siempre un niño, símbolo
para él de la verdadera autenticidad. Por ello, Rousseau es incapaz de ver el
daño que él mismo había hecho, por lo que continuamente justica su fal-
ta de responsabilidad o accountability. Esto se aprecia en el pasaje cuando,
de joven, acusó injustamente a una sirvienta a la que se sentía atraído de
haber robado un lazo que, en verdad, había sustraído él. Esta acusación pro-
bablemente trajo a la sirvienta un funesto futuro. En su visión de los hechos,
Rousseau no fue culpable, sino que la culpa la tiene la vergüenza a la que lo
exponen los demás al interrogarlo, queriendo conocer la verdad. Finalmente,
Rousseau deja que la muchacha acusada por él sufra las consecuencias de su
3
Como lo dice Jacques Lusseyran (2014), el héroe francés ciego de la resistencia en la Segunda
Guerra Mundial, en su biografía, el que otros asuman responsabilidad sobre un niño, cuando
corresponde, es esencial para desenvolverse en el mundo: “Cuando pienso en mi infancia, aún
siento una calidez sobre mí, detrás mío y a mi alrededor, ese maravilloso sentimiento de no
vivir aún por cuenta propia, sino apoyándose en cuerpo y alma en otros que aceptan la res-
ponsabilidad”. Esa experiencia de ser sostenido por otros que llevan la carga de la propia vida,
que toman responsabilidad por otro, es una especie de “armadura mágica, que una vez que te
la pones, te protege para toda la vida”.