Cuaderno de Ciencias Humanas 6 (junio 2025) 65-76
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Abstract: Reality is composed of countless
stimuli, so many that it would be virtual-
ly impossible for our brain to apprehend it
without collapsing. erefore, it resorts to
mental shortcuts, also known as cognitive
biases, to lter information and process it
more easily. Recent studies have shown that
some of these biases have depressogenic
characteristics that serve as catalysts for de-
pressive disorder or, also, that inuence its
temporal duration. is paper seeks to de-
velop the relationship between depressive
disorder and cognitive biases.
Keywords: depression, cognitive biases,
brain.
Resumen: La realidad está compuesta por
innumerables estímulos, tantos, que sería
virtualmente imposible para nuestro cerebro
aprehenderla sin colapsar. Por ello, recurre
a atajos mentales, también conocidos como
sesgos cognitivos, para ltrar la información y
procesarla con mayor facilidad. Recientes es-
tudios han demostrado que algunos de estos
sesgos presentan caracteres depresógenos que
sirven de catalizadores para el trastorno depre-
sivo o, también, que inuyen en su duración
temporal. Este artículo busca desarrollar la re-
lación existente entre el trastorno depresivo y
los sesgos cognitivos.
Palabras clave: depresión, sesgos cognitivos,
cerebro.
Depresión y sesgos cognitivos: cómo los atajos
mentales inuyen en el trastorno depresivo
Depression and cognitive biases: how mental shortcuts inuence
depressive disorder
Nicolás Gamal Rolón
Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino
rolon.nicolasgamal@gmail.com
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Nicolás Gamal Rolón
Introducción
En el presente artículo se abordarán dos temas interrelacionados: la de-
presión y los sesgos cognitivos. El primero reere a un “estado complejo en
el cual podemos reconocer varios componentes distintos, que comprenden
el dolor psíquico, la ansiedad, el sentimiento de culpa, la preocupación y la
agitación” (Ostow, 1970, p. 11); el segundo, se trata de “atajos o reglas men-
tales que permiten simplicar la información que percibe nuestro cerebro
y, por lo tanto, nos ayudan a clasicar y discriminar las elecciones que te-
nemos al tomar decisiones cotidianamente” (Aguilar Bellamy, 2022, p. 15).
Estos atajos se relacionan con la depresión por cuanto “han sido empírica-
mente relacionados con la aparición de primeros episodios, así como con
recaídas y recurrencias” (Vázquez, Hervás, Hernangómez y Romero, 2010,
p. 141). A continuación, se desarrollará cada uno de estos fenómenos por
separado para, luego, explicar de qué manera se relacionan y cómo inuyen
uno en el otro; para concluir, se enumerarán algunas terapias que pueden
ayudar tanto a superar el trastorno depresivo como a atenuar sus efectos en
la vida cotidiana.
Desarrollo
Según la OMS (2017), la depresión reere a un trastorno mental ca-
racterizado por una recurrente tristeza, pérdida de interés o placer, senti-
mientos de culpa, baja autoestima, problemas de sueño, pérdida de apeti-
to, cansancio y falta de concentración. Acorde a sus registros, entre 2005
y 2015 el número de personas con depresión aumentó un 18,4 %. Esto se
explica tanto por el incremento de la población mundial como de los gru-
pos etarios donde aparece este trastorno. Para 2017, la cantidad de indivi-
duos que la sufrían sobrepasó los 300 millones. No obstante, es menester
destacar que “el uso técnico de la palabra depresión es bastante diferente
de su signicado cotidiano, que se reere simplemente a una actitud triste
y apenada” (Ostow, 1970, p. 15). En otras palabras, ser infeliz, o sentirse
así, no signica, necesariamente, tener depresión, ya que:
Todo el mundo reconoce que, bajo ciertas circunstancias adversas, es com-
pletamente normal ser infeliz. Sólo comenzamos a sospechar la presencia
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Depresión y sesgos cognitivos: cómo los atajos mentales inuyen en el trastorno depresivo
de un síndrome patológico cuando el grado, la duración o los efectos de
la infelicidad son desproporcionados frente a las circunstancias aparente-
mente provocadoras de la misma. La infelicidad patológicamente intensa
se llama depresión (Ostow, 1970, p. 15).
A su vez, el Instituto Nacional de la Salud Mental de los Estados Unidos
enumera algunos tipos de depresión:
Depresión mayor: aquella cuyos síntomas se extienden, por lo menos,
durante dos semanas e intereren en las capacidades del individuo en sus
actividades cotidianas.
Distimia o trastorno depresivo persistente: síntomas que se extienden, por
lo menos, durante dos años, aunque no son tan pronunciados como el caso
previo.
Depresión perinatal: afecta a las mujeres durante o después del parto.
Trastorno afectivo estacional: aparece con las estaciones frías y desapare-
ce al llegar las más cálidas.
Depresión con síntomas de psicosis: es aquella que incluye síntomas de
psicosis, tales como delirios (creencias erróneas jas) y alucinaciones (escu-
char voces).
La depresión, si bien es un trastorno mental, puede inuir en el funcio-
namiento del organismo y manifestarse con determinados síntomas. El Dr.
Zarragoitía Alonso (2010) elaboró la siguiente tabla:
Síntomas emocionales Síntomas físicos
Tristeza Dolores vagos
Falta de interés o satisfacción Dolor de cabeza
Abrumado Trastornos del sueño
Ansiedad Fatiga
Falta de concentración Dolor de espalda
Culpa excesiva Trastornos del apetito
No obstante, es importante recalcar que “no hay ninguna razón concreta
para armar que si se presentan cinco síntomas hay depresión; cuatro sínto-
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mas son más o menos depresión, y cinco síntomas implican menos gravedad
que seis (Solomon, 2001, p. 18). De esto se deduce que los síntomas pueden
variar de una persona a otra, sin necesidad de concluir que una tiene depre-
sión y la otra, simplemente, está triste.
Ahora bien, ¿cuál o cuáles son las causas de la depresión? Gastó y Navarro
(2007) consideran que existen varios factores que predisponen la aparición
de este trastorno. Por ejemplo:
a) Personalidad: alguna cualidad inusualmente pronunciada, como el
perfeccionismo, la hipocondría, o la dependencia emocional;
b) Factores ambientales: problemas económicos, familiares, de salud;
c) Factores biológicos: estos pueden ser varios y corresponden a altera-
ciones en el funcionamiento de, por ejemplo, las áreas frontal y límbica
del cerebro, de los neurotransmisores que comunican las neuronas entre
sí, y, también, la genética: una persona es más propensa a padecer depre-
sión si algún familiar la sufrió también.
A estos factores cabe agregar un cuarto: la vulnerabilidad psicológica.
Vázquez, Hervás, Hernangómez y Romero (2010, p. 141) comentan que
estos factores:
Permanecen latentes en el individuo, y que en su interacción con suce-
sos estresantes o negativos aumentan la probabilidad de aparición y/o
mantenimiento del trastorno. […] Ante las mismas situaciones negati-
vas tendrían mayor probabilidad de deprimirse aquellas personas que
presenten una mayor cantidad e intensidad de factores de vulnerabili-
dad.
Esta armación conduce al interrogante siguiente: ¿qué hace variar esas
probabilidades en favor o en contra de la aparición del trastorno depresivo?
La respuesta, siguiendo a estos autores, radica en la forma en que el cerebro
procesa los estímulos externos. En efecto, la cantidad de información que
nos llega del mundo que nos rodea es virtualmente innita, por lo que el
cerebro se ve obligado a ltrarla para procesarla con mayor facilidad. Es
aquí donde aparecen los “sistemas” del cerebro, identicados como Sistema
1 y Sistema 2, que Kahneman (2011) explica elocuentemente:
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El sistema 1 opera de manera rápida y automática, con poco o ningún
esfuerzo y sin sensación de control voluntario.
El sistema 2 centra la atención en las actividades mentales esforzadas que
lo demandan, incluidos los cálculos complejos. Las operaciones del siste-
ma 2 están a menudo asociadas a la experiencia subjetiva de actuar, elegir
y concentrarse. (pp. 66-67)
Nuestros pensamientos y nuestras acciones son rutinariamente guia-
dos por el Sistema 1 (Kahneman, 2011, p. 1569), ya que consume menor
energía cerebral que el Sistema 2. Esto se manifiesta cuando, verbigra-
cia, luego de una jornada de estudio o trabajo particularmente intensa
nos sentimos tan agotados, ya que la energía que dispone nuestra mente
para funcionar es limitada, por tanto, el Sistema 2 actuará cuando sea
estrictamente necesario. Naturalmente, no es que funciona uno a la vez,
sino que lo hacen en conjunto. Podemos ejemplificar el efecto de la si-
guiente forma: el Sistema 1 genera, a través de sensaciones y sentimien-
tos, la materia prima con la que el Sistema 2 elaborará determinadas
creencias y tomará, cuando así se lo requiera, la decisión más acorde
a la situación. Ahora bien, si estas decisiones se repiten en el tiempo
y, por tanto, generan un hábito, pasarán a formar parte de las acciones
automáticas, las cuales están a cargo del Sistema 1. Este repertorio de
acciones se conoce como elementos heurísticos y son “atajos o reglas
mentales que permiten simplificar la información que percibe nuestro
cerebro y, por lo tanto, nos ayudan a clasificar y discriminar las eleccio-
nes que tenemos al tomar decisiones cotidianamente” (Aguilar Bellamy,
2022, p. 15). Ahora bien, “toda ocasión en la que uno de estos elementos
nos induce al error, diremos que se trata de sesgos” (Aguilar Bellamy,
2022, p. 50).
Robbins y Judge (2009), para explicar determinados comportamien-
tos en el lugar de trabajo, detallan algunos de los sesgos más comunes.
Los traemos a colación para explicar mejor en qué consisten y cómo
funcionan estos sesgos:
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Nombre Denición Ejemplo
Sesgo por
anclaje
Es la tendencia a jar
la información inicial,
más allá de los datos
que se reciban después.
Usar como referencia
el sueldo de un empleo
anterior al momento de
buscar otro trabajo.
Sesgo por
disponibilidad
Ocurre cuando las per-
sonas basan sus juicios
en la información que
obtuvieron con más fa-
cilidad.
Hacer una evaluación
de desempeño basán-
dose en el comporta-
miento más reciente
del empleado, en vez de
atender, también, al de
meses anteriores.
Error de
aleatoriedad
Es la creencia de que
se puede conocer el
resultado de un suceso
aleatorio.
No tomar una decisión
un viernes 13 por mie-
do a que salga mal.
Sesgo por
conrmación
Es cuando se prioriza
la información que va-
lida un razonamiento y
se desecha aquel que lo
refuta.
Recurrir a un periódico
con la misma orienta-
ción política para vali-
dar una postura perso-
nal.
Aumento del
compromiso
Es el apoyo a una deci-
sión o postura incluso
cuando hay evidencia
de que está equivocada.
Invertir en un proyec-
to que se sabe, desde el
principio, que no fun-
cionará.
Podríamos seguir acumulando sesgos y deniciones, puesto que existe
una enorme cantidad de ellos, sin embargo, no todos se relacionan con los
trastornos depresivos, sino aquellos que presentan caracteres depresógenos
que “suponen un factor fundamental que favorece la aparición y manteni-
miento de episodios depresivos” (Vázquez, Hervás, Hernangómez y Romero,
2010, p. 151). Recientes estudios y trabajos divulgativos han podido identi-
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carlos, como son, verbigracia, el sesgo de memoria, de atención, de interpre-
tación, de atribución causal y el estilo rumiativo.
En primer lugar, abordaremos el sesgo de memoria, que puede denir-
se como la “tendencia a recordar preferentemente estimulación negativa
presentada previamente en comparación con estimulación neutra” (Blasco,
Miguel-Tobal y Casado Morales, 2011, p. 188). Ciertamente, en comparación
con una persona tipo, aquellas con depresión ven afectado su rendimiento
mnésico no solo al recordar pensamientos o situaciones negativas, sino que,
además, tienden a sobredimensionarlos o exagerarlos. Es común que los pa-
cientes clamen haber tenido una vida esencialmente desgraciada o que no
nunca han sido felices.
El sesgo de atención, también conocido como percepción selectiva, es la
“interpretación selectiva de lo que se ve, basada en los intereses, anteceden-
tes, experiencia y actitudes propios” (Robbins y Judge, 2009, p. 143). Este
sesgo es clave en el día a día puesto que no podemos captar cada uno de los
estímulos que nos rodean, sino una pequeña parte, la cual será ltrada se-
gún el repertorio de hábitos que conformen nuestro Sistema 1. Empero, en
el caso de una persona con depresión o con vulnerabilidad psicológica, esa
atención selectiva estará más pendiente de los estímulos negativos que de
los neutros o positivos. Por ejemplo, en una multitud, es más probable que
este individuo repare en los rostros que le generen desconanza o temor
que en cualquier otro.
Las atribuciones causales en la depresión son aquellas que surgen “cuando
alguien se encuentra ante un suceso negativo (e) intenta determinar por q
se ha producido y da explicaciones causales que, en algunos casos, parecen
ser depresógenos (p. ej., apelar a causas internas, globales y estables para su-
cesos negativos)” (Vázquez, Hervás, Hernangómez y Romero, 2010, p. 152);
en tanto que los sujetos tipo, si bien no es tan claro, se cree que apelan a
causas externas, inestables y especícas” (Sanjuán Suárez, p. 44). Es decir, los
primeros creerán que este suceso negativo está, de alguna manera, inducido
por ellos, se extenderá a lo largo del tiempo de manera estable y afectará a un
área especialmente grande. Este sesgo aparece en personas con factores de
vulnerabilidad psicológica, por lo que pueden ayudar a predecir la eventual
aparición de sintomatología depresiva en el futuro.
El estilo rumiativo, o rumiación, no es propiamente un sesgo sino “la
tendencia al análisis repetitivo de los problemas, las preocupaciones y los
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sentimientos, sin tomar acciones para realizar cambios positivos” (Grierson,
Hickie, Naismith & Scott, 2016). Esta actitud conlleva, entonces, a mantener
o agravar el trastorno depresivo, puesto que el individuo se ve sumergido
progresivamente en este espiral negativo en lugar de salir de él. Un ejemplo
puede ser el de una persona que padezca fobia social pero que, en lugar de
admitirla y buscar tratamiento, piense constantemente en el suplicio que vive,
en las consecuencias de vivir en el ostracismo, en la futilidad de buscar ayuda
debido a que no la merece, etc.
En cuanto al sesgo de interpretación, que fue estudiado en conjunto por
la Universidad de Deusto y la Leiden University Institute for Psychological
Research en 2021, es la tendencia a evaluar negativamente una situación que
presenta estímulos ambiguos. Este sesgo, así como ocurre con la atribución
causal, puede ayudar a predecir la aparición de un trastorno depresivo y,
además, servir de indicador de un factor de vulnerabilidad psicológica. Para
ilustrar este sesgo podemos mencionar una persona que, conversando con
un interlocutor, advierte un pequeño gesto (que puede deberse a innidad de
razones, como un tic nervioso, por ejemplo), y lo interprete como una señal
de disgusto, o de incomodidad hacia su propia persona.
Una vez hecho este somero recuento de los sesgos con caracteres depre-
sógenos, conviene preguntarse si, además de identicarlos, el paciente tiene
oportunidad de trabajar sobre ellos. Beck y otros colaboradores llevaron
adelante numerosos estudios para comprender de qué manera estas per-
sonas perciben el mundo a su alrededor, lo que, a su vez, condicionará su
conducta y su temperamento. El resultado fue la terapia cognitiva, la cual
consiste en:
Un procedimiento activo, directivo, estructurado y de tiempo limitado
que se utiliza para tratar distintas alteraciones psiquiátricas (por ejem-
plo, la depresión, la ansiedad, las fobias, problemas relacionados con el
dolor, etc.). Se basa en el supuesto teórico subyacente de que los efectos y
la conducta de un individuo están determinados en gran medida por el
modo que tiene dicho individuo de estructurar el mundo (2010, p. 13).
Es decir, lo que se busca es que el paciente cambie los estilos cognitivos
negativos que son los causantes tanto de disparar el episodio depresivo como
de mantenerlo e, incluso, producir una recaída.
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La terapia cognitiva consta de dos etapas: una, la terapia conductual, la
segunda, la terapia cognitiva. El objetivo de la primera, según Beck, “es lograr
un cambio en las actitudes negativas del paciente que produzcan una mejoría
en su ejecución” (2010, p. 116) ¿Cómo se logra esto?:
(Mediante) una serie de pequeños experimentos dirigidos a probar la va-
lidez de las hipótesis o ideas del paciente acerca de sí mismo. Cuando las
ideas negativas se ven desechadas o refutadas por estos “experimentos,
el paciente comienza a dudar de su validez y se siente motivado para em-
prender tareas que entrañen mayor dicultad (p. 116).
Beck ejemplica esto hablando sobre un individuo con trastorno depre-
sivo que tenía una “especial dicultad para decidir por qué tarea empezar”
(2010, p. 123), por lo que el terapeuta le ayudó a elaborar una lista de tareas
para realizar cada hora. Desde luego que no se trataba de algo mandatorio,
si no que, al contrario, tenía la libertad de hacerlas siempre que se sintiera
capaz de hacerlo. El paciente logró realizar varias de las actividades, lo cual
le animó a seguir intentándolo con las demás. Por tanto, la idea que parecía
signar al paciente, es decir, que no podía empezar nada, la refutó él mismo a
través de un proceso pausado pero constante.
En cuanto al objeto de la segunda etapa, la cognitiva, Beck asevera que
son técnicas que:
Se dirigen a proporcionar puntos de entrada en la organización cognitiva
del paciente. Técnicas como la de hacer preguntas, identicar pensamien-
tos ilógicos, determinar las reglas en base a las cuales el paciente organiza
la realidad, etc., se emplean para ayudar tanto al terapeuta como al pa-
ciente a entender la interpretación que éste último hace de la realidad (p.
137).
Esta técnica la ilustra mencionando una conversación con un paciente de
43 años, en la cual él, el terapeuta, traía a colación una escena hipotética: una
persona, sola en su casa una noche, oye un ruido en otra habitación. Acto
seguido, le pidió al paciente que describa cómo reaccionaría la persona si cree
que se trata de un ladrón; a lo que respondió que se asustaría mucho. Luego,
le hace la misma pregunta, pero, en este caso, la persona cree que, por haber
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dejado la ventana abierta, el viento derribó algo; la respuesta fue que la per-
sona se sentiría triste, si eso que se rompió era de valor, o enojado, porque al-
guien olvidó cerrar la ventana. Con esto, el terapeuta demuestra que “existen
diferentes maneras de interpretar una situación. Asimismo, que el modo de
interpretar la situación inuye sobre los sentimientos y la conducta” (p. 143).
Es decir, que, si ante un estímulo la persona reacciona de manera negativa, su
conducta será consecuente con ese sentimiento, y viceversa.
Ahora bien, esta forma negativa de percibir y procesar los estímulos exter-
nos no se maniesta en el individuo súbitamente, sino que tienen su origen
en situaciones “tempranas (que) proporcionan la base para formar conceptos
negativos sobre uno mismo, el futuro y el mundo. Estos conceptos negativos
(esquemas) pueden permanecer latentes y ser activados por determinadas
circunstancias (…)”, (p. 24).
Para gracar lo anterior, Vázquez, Hervás, Hernangómez y Romero em-
plean el caso hipotético de un menor que crece en un ambiente en el que
los padres le critican o rechazan sistemáticamente, lo que podría llevarle a
desarrollar
Esquemas o actitudes disfuncionales, como, por ejemplo, “si no soy ama-
do por todas las personas importantes, entonces, no soy valioso. Estos
esquemas y actitudes disfuncionales (…), serían las causas más distantes.
Las causas más próximas serían, en primer lugar, un acontecimiento
crítico, el cual activaría de nuevo los esquemas disfuncionales, y, como
consecuencia de ello, los sesgos de procesamiento. En consecuencia, sur-
girían los productos mentales negativos sesgados, también llamados pen-
samientos negativos (p. ej., “soy un estúpido, “no valgo para nada, etc.)
que reejan una visión negativa de uno mismo, del mundo y del futuro
(la llamada tríada cognitiva) y que sería el precursor más inmediato de la
depresión (pp. 142 y 143).
Conclusión
La depresión es una enfermedad que puede tener diferentes causas: facto-
res ambientales, biológicos, el tipo de personalidad y, como se ha estudiado
recientemente, según la vulnerabilidad psicológica. Además, se trata de una
condición que puede manifestarse a través de dos o más síntomas, sin que por
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Depresión y sesgos cognitivos: cómo los atajos mentales inuyen en el trastorno depresivo
ello exista una relación directa con el grado de la depresión padecida; es decir
que la existencia de un solo síntoma no determina, necesariamente, que no se
trate de una depresión grave. Por fortuna, estudios realizados en los últimos
años han arrojado más luz sobre esta enfermedad, lo que ha permitido enca-
rarla a través de diferentes tratamientos. Si bien los psicofármacos ayudan al
paciente a sobrellevarla, el empleo de terapias conductuales y cognitivas han
demostrado una ecacia sobresaliente, dado que ubican y trabajan sobre los
esquemas disfuncionales del pensamiento que inducen, catalizan o mantie-
nen el estado depresivo. Esta terapia tiene el valor agregado de que el paciente
es un factor de vital importancia en el proceso de recuperación. A diferencia
de una cirugía, por ejemplo, en la que es el médico cirujano sobre quien recae
el peso del trabajo, en este tipo de tratamiento el terapeuta requiere la activa
participación del paciente, dado que es la organización cognitiva de este úl-
timo la que deben comprender y analizar, pero solo será posible si éste pone
voluntad para hacerlo. En efecto, cuando el paciente es capaz de reconocer
los sesgos que nublan su juicio, o los pensamientos negativos que enturbian
su ánimo, podrá trabajar sobre ellos y, eventualmente, superarlos.
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